Rueda de prensa de Xabi Alonso previa al Real Madrid vs. Osasuna: Ilusión y retos en el debut liguero.
El Real Madrid inicia una nueva era bajo la dirección de Xabi Alonso, y su primera rueda de prensa previa al encuentro contra Osasuna, correspondiente a la jornada 1 de LaLiga EA Sports 2025/26, ha generado gran expectación. El partido, que se disputará mañana martes 19 de agosto a las 21:00 horas en el Santiago Bernabéu, marca el debut liguero del técnico tolosarra al frente del conjunto blanco. A continuación, repasamos las claves de sus declaraciones, cargadas de ilusión, análisis táctico y mensajes claros sobre los objetivos del equipo.
Un debut cargado de ilusión.
Xabi Alonso se mostró entusiasmado ante el inicio de la temporada: “Todos lo afrontamos expectantes, ilusionados, con ganas de empezar la temporada. Han sido dos semanas cortas, pero intensas, y ya queremos pisar el Bernabéu”. El técnico destacó la importancia de este primer encuentro, no solo por ser el estreno en LaLiga, sino por la oportunidad de conectar con la afición madridista: “Queremos empezar bien contra Osasuna. El primer partido siempre es importante por muchas razones”.
A pesar de las limitaciones de tiempo tras el Mundial de Clubes, Alonso aseguró que el equipo está listo para competir: “El corazón y las ganas empujan más que las piernas”. Sin embargo, no ocultó su descontento por la negativa de LaLiga a aplazar el encuentro, una petición que el club realizó pensando en la salud de los jugadores tras una pretemporada atípica: “Nuestra petición se hizo por la salud de los jugadores, hubiese sido agradable recibir ese apoyo. Hemos tenido solo dos semanas, pero no hay excusas”.
Franco Mastantuono, la joven promesa que ilusiona.
Uno de los nombres propios de la rueda de prensa fue Franco Mastantuono, el joven argentino de 18 años recién incorporado al Real Madrid. Alonso no escatimó en elogios hacia el talento sudamericano: “La primera vez que hablé con él me impresionó por su personalidad. Es un hombre de 17 años con mucha seguridad en sí mismo. Tiene calidad, garra y un espíritu competitivo argentino”. El técnico confirmó que Mastantuono podría debutar mañana, destacando su capacidad para aportar “calidad, energía y compromiso defensivo” al equipo.
La inclusión de Mastantuono en la convocatoria, junto con la del canterano Thiago Pitarch, refleja la apuesta de Alonso por combinar juventud y experiencia en su proyecto. “Va a integrarse rápido en la dinámica del vestuario y del juego”, aseguró el entrenador, dejando entrever que el argentino será una pieza clave en el futuro inmediato del equipo.
Tácticas, bajas y la polémica arbitral.
Alonso también habló sobre la identidad que quiere imprimir al Real Madrid: “Queremos funcionar como equipo, con todas las líneas conscientes de las distancias. Eso nos ayudará tanto en ataque como en defensa”. En este sentido, destacó el trabajo colectivo de jugadores como Vinícius Jr. y Kylian Mbappé, quienes deberán contribuir también en tareas defensivas para mantener el equilibrio táctico.
El técnico confirmó las bajas de Jude Bellingham, Endrick, Ferland Mendy, Eduardo Camavinga y Antonio Rüdiger (este último por sanción), lo que abre la puerta a la titularidad de jugadores como Brahim Díaz, quien recibió elogios por su versatilidad: “Es buenísimo en espacios cortos, ambidextro, y entiende muy bien la posición”. En defensa, se espera una línea de cuatro con Trent Alexander-Arnold, Dean Huijsen, Éder Militão y Álvaro Carreras, aunque Fran García también podría tener opciones.
Sobre las recientes polémicas arbitrales, especialmente tras el partido Mallorca-Barcelona, Alonso fue cauto: “No me toca comentar lo que pasa en otros partidos, pero escuché lo que dijo Jagoba Arrasate y lo explicó muy bien”. También se mostró firme respecto a la propuesta de disputar el Villarreal-Barcelona en Miami: “Si se cambian las reglas, debe ser por unanimidad de los clubes. Ahora mismo, ese partido no cabe”.
Un mensaje a la afición: hechos, no promesas.
Xabi Alonso evitó hacer grandes promesas, fiel a su filosofía de trabajo: “Soy más de hacer que de decir. Prometer antes de hacer no suele funcionar en el fútbol. Queremos empezar mañana a recorrer ese camino”. Su conexión con la afición madridista, forjada durante su etapa como jugador, fue otro punto destacado: “El recuerdo que tengo es muy bueno. Estoy motivado y con ganas de sentir esa conexión con la gente”.
Osasuna, un rival “difícil” según Alessio Lisci.
Por su parte, el entrenador de Osasuna, Alessio Lisci, también compareció en rueda de prensa, mostrando respeto pero optimismo: “Es un reto bonito y un partido difícil. A todos nos gusta jugar contra estos equipos”. Lisci no cree que la menor preparación del Real Madrid sea una ventaja clara, ya que considera que el Mundial de Clubes sirvió como una pretemporada para los blancos.
Conclusión: Un nuevo capítulo para el Real Madrid.
La rueda de prensa de Xabi Alonso ha marcado el inicio de una etapa ilusionante para el Real Madrid. Con un enfoque táctico claro, confianza en los jóvenes talentos y un mensaje de compromiso con la afición, el técnico tolosarra está listo para liderar al equipo en su debut liguero frente a Osasuna. Mañana, el Santiago Bernabéu será testigo del primer paso en el camino hacia el objetivo de conquistar el título número 37 de LaLiga. ¡Hala Madrid!

Real Madrid y River Plate: una hermandad transatlántica con acento en la gloria
Entre el rugido del Monumental y el eco solemne del Bernabéu hay algo más que 10.000 kilómetros de distancia: hay un puente de talento, nostalgia y ambición que ha sido cruzado por algunos de los nombres más insignes (y otros no tanto) del fútbol mundial. No se trata de una simple coincidencia en la ruta de las transferencias; es más bien un ritual futbolístico, casi litúrgico, en el que Real Madrid y River Plate se miran como viejos hermanos separados al nacer.
Dos clubes que, en sus respectivas orillas del Atlántico, comparten una fe ciega en la excelencia y una sospechosa debilidad por las promesas con peinado prolijo y gambeta precoz.
La “Saeta Rubia” y el Génesis del vínculo
Todo comenzó, como suele ocurrir en las grandes historias, con un hombre que parecía jugar en cámara rápida: Alfredo Di Stéfano. Su breve pero determinante paso por River Plate fue solo el preludio de una epopeya blanca. Cuando aterrizó en Madrid en 1953, tras una escala fulgurante en Millonarios de Colombia, no solo cambió la historia del club español: redefinió la idea misma de grandeza en el fútbol europeo.
Ganó 5 Copas de Europa consecutivas, 8 Ligas y 2 Balones de Oro, mientras construía, sin saberlo, el mito fundacional de la conexión madridista-riverplatense. Di Stéfano fue el Moisés de esta travesía futbolística: abrió el mar y dejó el camino trazado.
Catorce hombres y un destino
Desde entonces, un total de 14 jugadores han cruzado ese puente sagrado —unos como profetas del gol, otros como pasajeros con billete de vuelta—. Y aunque sus destinos en la capital española fueron dispares, todos compartieron el mismo origen de pelota redonda y camiseta con banda roja.
Un repaso a sus nombres es, en parte, recorrer la evolución del fútbol sudamericano exportado a Europa: del amateurismo apasionado al negocio millonario, del potrero al portfolio.
De leyendas a laterales olvidados
Alfredo Di Stéfano: La leyenda. El único que podría haber jugado de portero y aún así haber ganado un Balón de Oro.
Rogelio Domínguez: El arquero que custodiaba los sueños de los 60.
Oscar Más: Goleador nato, más recordado en River que en la Castellana.
Enrique Wolff: Defensor de esos que pegan poco pero marcan mucho.
Oscar Ruggeri: El “Cabezón” de voz grave y marcaje feroz, símbolo de jerarquía.
Santiago Solari: El “Indiecito” de andar elegante, que también volvió como profeta del banquillo.
Gonzalo Higuaín: El “Pipita” que entró por la puerta chica y se fue como goleador insaciable.
Y luego están los nombres menores, como Eduardo Anzarda, Rolando Zárate o Carlos Diogo, que pasaron como trenes nocturnos por Chamartín: rápidos, discretos y con pocos testigos.
El chico del futuro: Mastantuono
Y ahora, en el acto más reciente de esta saga, aparece Franco Mastantuono, una suerte de Messi diestro que, a sus 18 años recien cumplidos, ya ha sido fichado por 45 millones de euros. Una cifra que, si se infla un poco más, podría financiar la mitad del conurbano bonaerense.
Zurdo, mediapunta, precoz, brillante. Con pasaporte italiano, para no ocupar plaza de extracomunitario. Como si la burocracia fuera más peligrosa que un central de la Serie A.
Mastantuono ha declarado admirar a Di Stéfano. Claro, quién no. Pero lo cierto es que aterriza en Madrid no como heredero de la leyenda, sino como una promesa más en una constelación de talentos sudamericanos que Florentino ha decidido coleccionar como si fuesen figuritas doradas de un álbum infinito: Vinicius, Rodrygo, Endrick... y ahora, Franco.
¿Destino o coincidencia?
Que tantos jugadores hayan recorrido el trayecto River–Madrid plantea una pregunta que va más allá de la estadística: ¿es esta una conexión natural, casi genética, entre dos formas de entender el fútbol? ¿O simplemente el resultado de una mirada europea que busca en Sudamérica lo que ha olvidado en casa: irreverencia, técnica y hambre?
Porque lo cierto es que River, como cantera, no vende jugadores: exporta mitologías. Y el Real Madrid no compra futbolistas: adquiere narrativas.
Epílogo en blanco y rojo
La historia compartida entre River Plate y Real Madrid es, en el fondo, una antítesis viviente. Uno representa el desborde pasional del sur, el otro la sofisticación imperial del norte. Uno entrena en el barro, el otro entrena con drones. Pero ambos comparten algo más profundo: una obsesión casi religiosa por ganar... y por reinventarse.
Catorce jugadores han cruzado el Atlántico. Algunos, como Di Stéfano o Higuaín, construyeron imperios. Otros, apenas dejaron una postal borrosa. Pero todos, de alguna manera, fueron eslabones de esta cadena invisible que une Núñez con Chamartín.
Y mientras el Bernabéu sigue mirando con atención hacia el Monumental, River se consagra, una vez más, como esa inagotable fuente de talento que fluye hacia el mundo como el agua de un río que, lejos de agotarse, siempre renace.


“Baby Madrid”: la adolescencia gloriosa del club más adulto del mundo
Después de una década levantando copas como si fueran vasos de agua, al Real Madrid le ha llegado, finalmente, la adolescencia. Porque eso es el llamado “Baby Madrid”: una colección de talentos jóvenes, hormonales en su ímpetu, desbordados de energía y aún con algo de acné táctico, pero peligrosamente prometedores. Y no se trata de una simple moda juvenil, sino de una cirugía estética a corazón abierto que busca prolongar la belleza –y la hegemonía– del club más laureado del siglo XXI.
Sí, el Madrid ha ganado. Mucho. Demasiado, tal vez. Desde la llegada de Florentino Pérez en 2009 (segunda temporada de su telenovela presidencial), los títulos se apilaron como trajes en el armario de Carlo Ancelotti: cinco Champions, varias ligas, y esa sensación perpetua de que el equipo siempre encontraba la forma de ganar. Aunque a veces no se sabía muy bien cómo.
Pero hasta los imperios más resplandecientes necesitan renovarse o corren el riesgo de parecer caricaturas de sí mismos. Así que, tras una temporada 2024-25 más seca que una siesta sin sombra en agosto, el club movió ficha. Ancelotti —el hombre que convertía crisis en calma con una ceja arqueada— dejó paso a Xabi Alonso, símbolo del relevo: un técnico joven, cerebral, vestido con la seriedad de un filósofo y el magnetismo de quien aún recuerda lo que es patear un balón.
Del ocaso de las leyendas al alba de las promesas
No fue una renovación, fue una despedida masiva. Modric, Vázquez, Alaba... nombres que llenaron titulares y vitrinas. Ahora, fuera. Una generación se despide, no con lágrimas, sino con aplausos medidos y un eco de gratitud. La plantilla, ahora con una media de edad de apenas 25 años, parece más una residencia de estudiantes que un club de veteranos.
La prensa, con su afán de etiqueta fácil, lo ha bautizado “Baby Madrid”. El nombre suena tierno, pero el proyecto tiene dientes. Porque detrás de los rostros adolescentes hay una maquinaria financiera y deportiva que sabe lo que hace. Al menos, eso parece.
Fichajes que parecen inversiones en el futuro (y en el presente)
Florentino y su ejército de ojeadores han rastreado el planeta como si buscaran minerales raros. Y han encontrado joyas: Dean Huijsen (20), Alexander-Arnold (26, que a estas alturas parece un viejo sabio), Álvaro Carreras (22) y Franco Mastantuono (18), una perla sudamericana que debutará oficialmente el 14 de agosto de 2025, como quien llega a una fiesta ya empezada pero dispuesto a acaparar la pista.
A este grupo se suman ya consagrados veinteañeros con rostro de portada: Vinícius, Rodrygo, Camavinga, Bellingham, Güler. Como un videojuego de fútbol donde todos tienen media alta y potencial infinito. Y por si faltara épica adolescente, ahí viene Endrick (19), mezcla de potencia tropical y hambre de gol, directo desde Brasil a las luces del Bernabéu.
Antiguos sabios en una corte de jóvenes guerreros
Claro que no todo es frescura. También quedan los que no necesitan presentación: Courtois, Carvajal, Rüdiger. Ellos son los árboles viejos que ofrecen sombra y raíces a este bosque joven. Su experiencia no es decorativa, es funcional. Saben lo que es perder finales, y sobre todo, ganarlas.
Xabi Alonso, ese nuevo filósofo del banquillo, parece entender el equilibrio como nadie. Su apuesta es clara: posesión inteligente, presión joven, defensas con buen pie y mediocampistas con alma de violinistas y piernas de sprinters. Su proyecto parece menos una revolución y más una sinfonía cuidadosamente orquestada. Aunque, como todo arte, dependerá del público (y los resultados) para ser apreciado.
Plan de negocio y legado emocional
El Real Madrid no solo compra jóvenes; los asegura como si fueran lingotes de oro en una bóveda suiza. Contratos hasta 2029, 2031… Porque en un mercado cada vez más volátil, atar el talento es tan importante como descubrirlo. La cantera, La Fábrica, también resucita con nombres como Fran García o el propio Carreras, recordando que a veces lo que buscas está en casa.
Y mientras los nuevos se afianzan, las leyendas ceden sus símbolos. Kroos se despide con una foto: él, Modric, Valverde y Mbappé, los nuevos dorsales 8 y 10. Un testamento visual que no necesita palabras: el pasado entregando la antorcha al futuro sin drama, con la naturalidad de quien sabe que el Madrid siempre sobrevive. Y gana.
Conclusión: una adolescencia peligrosa… y gloriosa
El “Baby Madrid” no es una guardería con balón, es una declaración de intenciones. El club más veterano de Europa ha decidido rejuvenecer sin perder autoridad. La apuesta es arriesgada: confiar en que el talento precoz madure antes de que el hambre se convierta en ansiedad. Pero si algo ha demostrado el Real Madrid es que sabe convivir con la presión. La transforma. La domestica. La celebra.
La historia está en marcha. Y esta vez, la escriben chicos que aún no han cumplido los 25… pero ya juegan como si llevaran el escudo tatuado en el alma.


Real Madrid 4-0 WSG Tirol: El arte de comenzar pegando primero
Cuando el Real Madrid entra a escena, hasta los partidos de pretemporada huelen a Champions. El 12 de agosto de 2025, en el apacible Tivoli Stadion de Innsbruck —más acostumbrado al senderismo que a los huracanes tácticos—, el equipo blanco ofreció un recital. Cuatro goles, cero respuestas del rival y una sensación inequívoca: Xabi Alonso no ha venido a improvisar.
Era el único amistoso antes del arranque liguero ante Osasuna. Pero no pareció un ensayo: fue una declaración de principios. Como quien da un portazo elegante: sin alzar la voz, pero dejando el eco retumbando en la sala.
El dominio fue inmediato, como el bostezo de un dios aburrido
Desde el primer silbatazo, el Madrid impuso su ley. ¿El WSG Tirol? Correcto y voluntarioso, como estudiante aplicado antes de un examen imposible. Venían con dos victorias recientes en la Bundesliga austríaca, pero el fútbol —como la literatura— no siempre recompensa los buenos modales.
Con un 4-3-3 quirúrgico, Alonso mezcló sabiduría veterana con descaro juvenil. Courtois fue el guardián, mientras Militão y Huijsen tejían una defensa tan sobria como una sinfonía en do menor. Tchouaméni limpiaba el mediocampo como si barriera migas tras una fiesta, y más adelante, un tridente ofensivo que olía a dinamita: Vinícius, Mbappé y Brahim.
Los goles cayeron como fruta madura. Militão de cabeza al 10’, Mbappé al 13’. Dos golpes rápidos que transformaron el amistoso en una especie de exhibición privada. A partir de ahí, el Tirol jugó a evitar el naufragio.
Güler + Mbappé = ¿El nuevo algoritmo de la belleza?
A veces el fútbol se disfraza de poema. La conexión entre Arda Güler y Kylian Mbappé fue exactamente eso: métrica, ritmo y final en rima consonante. El joven turco filtró un pase delicioso que el francés convirtió en un misil cruzado. Fue su primer gol de blanco, y nadie pidió devolución.
En el segundo tiempo, Mbappé cazó un rebote como si llevara años con este escudo en el pecho. Y al 81’, Rodrygo cerró la goleada con una definición limpia, tras una asistencia más del omnipresente Kylian. Sí, hay banquillo. Y sí, también es de oro.
La firma de Alonso: posesión, presión… y precisión suiza
No hay gen vasco que no adore el control. Xabi Alonso, como buen arquitecto obsesionado con las proporciones, plantó un sistema basado en el dominio del balón (65% de posesión, según ESPN) y una presión alta que asfixió al Tirol desde su propio vestuario.
Los laterales Carreras y Alexander-Arnold dieron amplitud y veneno por las bandas, mientras Ceballos y Güler tejían jugadas con hilo de seda. Carreras, en particular, se mostró tan vertical como un rayo en el cielo alpino: subió, defendió, provocó faltas. Todo en uno.
La defensa fue una muralla sin grietas. Courtois fue espectador de lujo. Y la segunda unidad (Carvajal, Rüdiger, Rodrygo...) entró sin que se notara el cambio. Eso se llama fondo de armario. Armani, por lo visto.
Los nombres propios: cuando el talento no necesita apellido
Mbappé: Dos goles, una asistencia y la sospecha de que solo hemos visto el tráiler.
Güler: Visión, elegancia y un disparo al larguero que dejó al Tirol temblando como flan en terremoto.
Militão: Capitán sin brazalete, defensor sin miedo, goleador sin complejos.
Brahim: Una asistencia precisa, movilidad constante, y una energía contagiosa, aunque su disparo al 22' sigue buscando redención.
Porque no todo es champagne: lo que aún chirría
Incluso la victoria más redonda tiene esquinas. El Madrid falló algunas definiciones claras, como ese remate desviado de Brahim que merecía carta de disculpas. Tchouaméni, por su parte, cometió dos faltas algo rústicas, impropias del fino cirujano que puede ser.
Y claro, no estuvieron ni Bellingham ni Endrick. Ambos lesionados, ambos fundamentales. Alonso tendrá que gestionar sus ausencias como quien toca un piano con dos teclas menos: con ingenio o resignación.
Tirol: nobleza sin corona
El WSG Tirol no fue un desastre. Fue simplemente menor. Sus dos victorias recientes no le bastaron ante un rival que juega en otra galaxia. Ni su orden ni su voluntad evitaron lo inevitable: la diferencia entre un contendiente local y un gigante europeo.
Conclusión: no era un amistoso, era un anuncio
Este 4-0 fue más que un marcador. Fue una advertencia. El Madrid de Alonso parece haber nacido sabiendo a lo que juega. Tiene jerarquía, juventud, táctica y Mbappé. ¿Qué más se puede pedir? Tal vez que agosto no se acabe nunca.
La Liga espera, Osasuna también. Pero si esto fue apenas un “entrenamiento”, que vengan los partidos serios. Porque lo que vimos en Innsbruck no fue un debut: fue un augurio.

Un Real Madrid en construcción: la primera semana de Xabi Alonso al mando
El verano madrileño no da tregua: ni al sol, que cae sobre Valdebebas como un delantero sin piedad, ni al Real Madrid, que ha estrenado la temporada 2025/2026 con la puntualidad de un reloj suizo… si ese reloj estuviera empapado en sudor y olor a césped recién cortado.
La orquesta tiene nuevo director: Xabi Alonso. El donostiarra ha llegado con batuta en mano y un libreto de fútbol que promete ser más sinfónico que improvisado. Su misión: moldear en pocas semanas un equipo que debe bailar al ritmo de intensidad, posesión y presión alta. Una tarea que, como toda buena sinfonía, requiere paciencia, pero que en Madrid se pretende ejecutar en modo “versión exprés”.
Día 1: Batas blancas por la mañana, botas blancas por la tarde
El 4 de agosto amaneció con el desfile habitual hacia la enfermería para los reconocimientos médicos. Tras comprobar que corazones y pulmones siguen funcionando (y que las vacaciones no han dejado demasiados estragos), el grupo saltó al césped. Hubo rondos bajo presión, ejercicios de finalización y series de carrera que recordaron a todos que el verano, para un futbolista profesional, no es exactamente un descanso.
No todos estaban: Endrick, Mendy y Bellingham seguían su propio camino de recuperación, mientras que David Alaba —tras trece largos meses de ausencia— volvió a entrenar con normalidad. Una imagen que, para los aficionados, tuvo el sabor de esas películas donde un héroe regresa después de haber sido dado por perdido.
Ausencias, fichajes y un argentino en la sala de espera
Las bajas por lesión siguen siendo el aguafiestas de toda pretemporada. Endrick apunta a septiembre; Bellingham, a octubre; y Franco Mastantuono, joya argentina, no podrá enfundarse la camiseta blanca hasta que la FIFA dé luz verde el día que cumpla 18. Mientras, Álvaro Carreras, Dean Huijsen y Trent Alexander-Arnold han comenzado a asimilar el alfabeto futbolístico de Xabi, mostrando destellos que ilusionan más de lo que asustan.
Primer examen: Leganés a puerta cerrada
El 8 de agosto, el Bernabéu no estaba invitado: tocaba amistoso privado ante el Leganés. El marcador final, 4-1, dejó claro que la orquesta empieza a afinar. El once incluyó a Mbappé, Vinicius y Courtois, pero la sorpresa fue la suplencia de Rodrygo en favor del canterano Gonzalo. Alonso, parece, no teme mover fichas sin pedir permiso al protocolo. El Leganés marcó primero, pero el Madrid remontó como quien endereza un cuadro torcido en la pared: rápido, firme y con cierta satisfacción estética.
El sello Alonso
En apenas una semana, Xabi ha dejado ver que su fútbol no será un simple calco del pasado. Intensidad física, obsesión por la posesión y presión alta son el tríptico que repite como un mantra. El equipo entrena salidas de balón como si fueran coreografías y ensaya finalizaciones hasta que los delanteros puedan rematar casi por instinto.
Lo que viene
El 12 de agosto, en Austria, ante el WSG Tirol, llega el primer examen abierto al público. Después, el estreno liguero contra Osasuna el 19 en el Bernabéu. El reloj corre y el margen para los experimentos es mínimo: Alonso tiene que ensamblar juventud, experiencia y fichajes como si fuera un relojero con cita de entrega inamovible.
Epílogo
Esta primera semana ha sido un aviso: el Real Madrid 2025/2026 no será una mera continuación de lo anterior, sino una nueva partitura. Las piezas están sobre la mesa, los músicos afinan, y el director —sereno, pero consciente del ruido que se espera de él— ya ha levantado la batuta. El resto lo dictará el campo.


Real Madrid y la tecnología: del césped a la nube
Hay quien cree que el Real Madrid vive únicamente del eco de sus goles y del brillo de sus copas. Ingenuos. Este club, que ha aprendido a sobrevivir a árbitros, crisis y a fichajes que parecían ciencia ficción, ahora libra otra batalla: la de conquistar el mundo digital. Y, sorpresa, también la está ganando.
A más de 600 millones de seguidores repartidos por el planeta —es decir, más gente que toda la Unión Europea junta— no se les puede atender solo con victorias en el campo. El Madrid ha entendido que en la era de los datos y las pantallas, el fútbol no se juega solo a 11 contra 11, sino también a base de algoritmos, sensores y campañas virales.
Big Data: el nuevo “ojeador”
Antes, un buen ojeador necesitaba instinto y una libreta. Hoy, el Real Madrid le añade chalecos GPS, pulsómetros y modelos predictivos. Cada aceleración, cada pulsación, cada microlesión potencial queda registrada, analizada y convertida en decisión. Durante la era de Rafa Benítez, incluso se cruzaban datos para anticipar quién estaba a punto de romperse o quién estaba en su pico físico. Una suerte de pitonisa tecnológica, pero con menos incienso y más estadística.
En el lado empresarial, el club se ha convertido en un detective de su propia afición. Con información de más de 70 fuentes, ha multiplicado por cuatro el número de perfiles detallados de seguidores y ha logrado un 30% más de ingresos digitales cada año. Y no, no es magia blanca: es Big Data blanco.
Realidad virtual: el Bernabéu sin avión de por medio
En 2018, el Madrid fue el primer club en tener su propio canal de realidad virtual. Desde entonces, cualquiera con un móvil o una Smart TV puede “sentarse” en el estadio sin pagar billete de avión ni aguantar la cola de los bocadillos. Con Real Madrid Virtual World, el salto ha sido aún mayor: museo en 3D, chat con traducción automática y la promesa —todavía no confirmada— de vivir un partido como si estuvieras en el césped gracias a las Vision Pro de Apple. Sería como teletransportarte, pero sin riesgo de acabar en la fila equivocada.
Redes sociales: 600 millones de notificaciones
En redes, el Madrid es un coloso. Primera organización deportiva en superar los 600 millones de seguidores, publica en siete idiomas y en 37 cuentas distintas. No es solo marketing: es ingeniería de la cercanía. Fotos detrás de cámara, entrenamientos, sorteos, hashtags que se propagan como fuego en verano. Tras la Decimocuarta Champions, sumaron 1,7 millones de nuevos fans… porque ganar ayuda, claro, pero saber contarlo lo multiplica.
Colaboraciones con Adobe y Softtek han llevado todo esto a otro nivel: perfiles unificados, contenidos personalizados en tiempo real y un ecosistema digital que convierte más y gasta menos. Algo así como pasar de un volante de madera a un Fórmula 1, pero en el mundo de los bits.
El aficionado, en el centro del estadio… y de la pantalla
Todo este despliegue responde a una idea sencilla pero poderosa: el fútbol es emoción, y la tecnología, bien usada, la amplifica. Desde la plataforma gratuita RM Play hasta el Bernabéu remodelado con césped retráctil y fachada digital, cada paso parece decir lo mismo: el madridismo no se mira, se vive.
En definitiva, el Real Madrid no solo ha entendido la era digital, sino que la está moldeando a su antojo. Y si la historia sirve de guía, es probable que el club siga marcando goles… también en la nube.


Los fichajes fantasma del Real Madrid: cuando el destino jugó de portero
En el imaginario colectivo del madridismo, la historia se mide en goles, Copas de Europa… y oportunidades perdidas. Porque si bien Chamartín ha visto desfilar a dioses del balón —de Zidane a Cristiano—, también ha sido escenario de novelas inconclusas. Fichajes que estuvieron a un paso de materializarse y que, por caprichos del azar, terminaron siendo leyendas… de lo que nunca ocurrió.
A veces el fútbol se escribe con goles; otras, con cláusulas no firmadas, casas que no se compran o faxes que no llegan a tiempo.
Neymar: el genio que se escapó por una hipoteca familiar
A los 13 años, Neymar Jr. ya era una chispa de samba en un campo de fútbol. El Santos lo mimaba, el Real Madrid lo probó en 2006… y todos quedaron boquiabiertos. El acuerdo estaba tan encarrilado que solo faltaba un detalle: el club debía comprarle a sus abuelos una casa de 60.000 euros en Brasil. Un “capricho” que la directiva consideró inaceptable. Resultado: el chico volvió a casa.
Siete años después, el Madrid le ofreció prácticamente un cheque en blanco. Pero el muchacho, en un arrebato de romanticismo culé (y quizá de marketing bien calculado), eligió Barcelona. Allí formó parte de ese tridente que hacía sudar incluso a los calendarios: Messi, Suárez y Neymar. En Chamartín, mientras tanto, quedó flotando una pregunta que ya es patrimonio intangible: ¿y si…?
Francesco Totti: el emperador que no abandonó su imperio
El Real Madrid de los Galácticos se obsesionó con su clase: visión quirúrgica, elegancia de estatua renacentista, carisma para llenar plazas. Francesco Totti tuvo la puerta abierta para convertirse en blanco. Pero Totti, romano hasta la médula, decidió que ningún salario ni trofeo superaba el olor del Tíber y la curva sur del Olímpico.
Dijo no a la gloria europea para decir sí a Roma, con la misma naturalidad con la que uno rechaza un ascenso que implica dejar el barrio. El Madrid, sin él, encontró otras joyas: un tal Zidane, por ejemplo. Y el resto es historia… aunque no la que pudo ser.
David De Gea: el portero que perdió por un minuto… y un fax
Verano de 2015. Contratos firmados, acuerdo cerrado: De Gea llegaba al Madrid, Keylor Navas volaba a Manchester. Pero entonces, el reloj y la tecnología decidieron jugar su propio partido. El fax con los documentos llegó tarde. Muy tarde. Tan tarde que el mercado ya estaba cerrado.
De Gea siguió en Old Trafford. Navas, “el plan B”, levantó tres Champions consecutivas. Moraleja: en el fútbol, a veces los errores administrativos son mejores entrenadores que el propio entrenador.
Otros amores de verano que nunca cuajaron
Paul Pogba: estuvo en la lista de deseos de Zidane más veces que un coche de lujo en la lista de un adolescente. Pero el Manchester United pedía tanto que hasta Florentino frunció el ceño.
Cafú: Ramón Martínez viajó a Brasil varias veces para fichar al lateral. Volvió siempre con historias, pero sin Cafú. El resto lo celebró el AC Milan.
Pedri: llegó a probar en Valdebebas, pero una nevada y una faringitis lo hicieron invisible. Hoy, es la joya del Barça. Ironías del clima.
Cuando lo que no pasa también hace historia
Cada fichaje frustrado es una bifurcación en el camino. Neymar pudo ser el nuevo ídolo blanco; su ausencia dio alas a Bale. De Gea habría cerrado la portería; la historia eligió a Keylor. Totti pudo ser el rey de Chamartín; prefirió seguir siendo emperador en Roma.
El fútbol, como la vida, se escribe tanto con las llegadas como con las ausencias. Y en el caso del Real Madrid, esas historias no contadas son tan parte de su ADN como la camiseta blanca. Porque, al fin y al cabo, el “y si…” es la jugada más peligrosa de todas: nunca se detiene.


Mujeres en el Real Madrid: del silencio en las gradas a la voz en el césped
Hubo un tiempo en que hablar de “Real Madrid femenino” sonaba a oxímoron, como decir “tormenta soleada” o “toro vegetariano”. Durante más de un siglo, la camiseta blanca fue patrimonio exclusivo de las botas masculinas. Hasta que, en 2020, el club decidió abrir una puerta que llevaba demasiado tiempo cerrada. No fue un gesto romántico, sino una decisión concreta: absorber al CD Tacón, aquel equipo madrileño que ya luchaba en la élite. Así, el fútbol femenino entró por fin en Valdebebas, aunque no por la alfombra roja, sino por la de obra: quedaba mucho por construir.
El debut oficial en la temporada 2020-21 fue cualquier cosa menos discreto. Pocas historias pueden presumir de clasificarse para la Champions en su primer acto. Claro, luego vino el espejo incómodo del Barça, reflejando la distancia como un recordatorio diario de que Roma no se levantó en un día, y que el Camp Nou tampoco. La temporada 2024-25 ha sido un juego de luces y sombras: victorias brillantes y tropiezos que, en cualquier otro club, serían tolerables, pero aquí, donde la palabra “segundo” se pronuncia con desgana, pesan más.
Cantera y contagio
El Real Madrid no solo ha fichado estrellas: ha decidido sembrar el campo. Los campus de verano, como el del 10 de julio de 2025 con más de 200 niñas, son más que un escaparate. Son una siembra de futuros regates y goles que quizás un día no necesiten pedir permiso para ocupar portadas. La imagen de cientos de niñas en Valdebebas es la prueba de que el contagio ya empezó.
El corazón vestido de blanco
Caroline Weir, la arquitecta escocesa del medio campo, es la máxima goleadora histórica del equipo. Con ella, el pase preciso y el disparo lejano no son recursos: son armas de precisión.
Linda Caicedo, a sus 20 años, corre la banda como si el tiempo fuera un rival más al que puede dejar atrás.
Antonia Silva y Yasmim traen desde Brasil la solidez de un muro y la flexibilidad de un junco: defendiendo lo imposible y reinventando posiciones.
Signe Bruun, en cambio, no necesita metáforas: sus goles, como el doblete contra la Real Sociedad, hablan por ella.
A ellas se suman Athenea del Castillo y Olga Carmona, que aportan ese carisma difícil de entrenar, el que convierte un gol en una bandera.
Un proyecto que no quiere ser escaparate
La renovación de Alberto Toril hasta 2026 confirma que la apuesta no es de temporada: es de ciclo. El entrenador ha moldeado un estilo reconocible, de posesión y presión, que intenta darle al equipo una identidad propia. Las mejoras en Valdebebas y la presencia constante en competiciones europeas son señales claras de que el proyecto se alimenta de hechos, no de notas de prensa.
Pero claro, esto es el Real Madrid. Y en el Real Madrid la paciencia es una flor rara: crece poco y se marchita rápido. Algunos aficionados ya preguntan, con ironía en el tono, si el equipo aspira a competir o a coleccionar excusas para no alcanzar al Barça.
Mirando adelante
El futuro del Real Madrid Femenino es un camino de doble carril: el de la exigencia y el de la esperanza. La combinación de jóvenes como Caicedo y líderes como Weir puede estrechar la brecha con los gigantes europeos. Pero más allá de los títulos, el club está ayudando a que el fútbol femenino deje de ser una rareza y pase a ser rutina.
Puede que un día, en lugar de hablar de “la evolución del fútbol femenino blanco”, hablemos simplemente del Real Madrid. A secas. Y entonces la historia no será un capítulo aparte, sino parte del mismo libro donde figuran Di Stéfano, Raúl y Cristiano. El libro que, ahora, empieza a escribirse también con nombres como Caroline, Linda y Olga.

Real Madrid y la música: cuando el fútbol se afina en clave de pasión
Hay equipos que juegan al fútbol. Otros hacen historia. Y luego está el Real Madrid, que además de conquistar títulos y corazones, ha encontrado en la música un aliado tan poderoso como silencioso. Porque aunque el balón hable, hay melodías que gritan. Himnos, cánticos, ecos de multitudes: el alma blanca también vibra en decibelios.
En esta sinfonía emocional que se vive en el Santiago Bernabéu, la música no es solo fondo, es forma y sustancia. Es un lenguaje que une generaciones, un tambor que late en cada gol y una guitarra invisible que rasguea el orgullo madridista desde Chamartín hasta Yakarta.
“Hala Madrid y Nada Más”: cuando el himno se vuelve herencia
En 2014, el club lanzó su joya sonora más reconocida: Hala Madrid y Nada Más. La firmaron RedOne (sí, el de Lady Gaga) y el tenor Plácido Domingo, como si quisieran juntar en un solo pentagrama el pop de las masas y la solemnidad de la ópera. Y lo lograron.
La canción fue concebida para celebrar La Décima, pero terminó siendo algo más que una conmemoración: se convirtió en plegaria laica, himno de guerra emocional y mantra de victoria. Su letra, sin ambages: “Hala Madrid y nada más, el mundo lo sabe, eres el rey”. Y no es modestia lo que le falta, sino necesidad de decir lo evidente.
Cada vez que suena en el Bernabéu antes de un partido, hay un segundo de suspensión: el estadio se transforma en un templo, y los jugadores, por un instante, parecen estatuas de mármol romano dispuestas a reescribir la historia… otra vez.
Cánticos: la poesía popular del madridismo
Si el himno es el discurso oficial, los cánticos de la afición son las notas al pie. Más espontáneos, más viscerales, menos afinados —pero mucho más vivos—. Son frases coreadas por miles, nacidas de la emoción más cruda, esa que no pasa por la garganta sino por el corazón.
“¡Cómo no te voy a querer!” es uno de esos cantos que no necesitan contexto. Es un poema de cinco palabras, una declaración de amor sin cláusulas ni letra pequeña. No habla de resultados, ni de fichajes, ni de sistemas tácticos. Habla de lo esencial: el vínculo entre un equipo y su gente.
Otros gritos se convierten en leyendas sonoras: “¡Hala Madrid!”, por ejemplo, es una proclama que suena igual en Vallecas que en Kuala Lumpur. Su fuerza está en su simpleza. Es un rugido blanco que no entiende de acentos.
Y cómo olvidar aquellos cánticos dedicados a ídolos con nombre propio: “Raúl, Raúl”, o “Cristiano, Cristiano”, como si la repetición fuera un conjuro para que nunca se vayan. Porque, en el fondo, la afición sabe que los héroes también envejecen, pero las canciones los hacen inmortales.
Melodías que construyen identidad
La música en el Real Madrid no es decorado: es arquitectura emocional. Es parte del ADN invisible del club. Cada canción —original o adaptada— ayuda a tejer un relato colectivo que da sentido a la camiseta blanca, esa tela que parece hecha no solo de tela, sino de historia comprimida.
Algunas melodías se han tomado prestadas de la cultura popular. “Sweet Caroline”, por ejemplo, ha sido reciclada, reversionada, madridistizada. Porque cuando una canción se canta a miles de voces, pierde autor y gana pertenencia. Se vuelve nuestra. Se vuelve fútbol.
Mucho más que un estadio: una ópera global
Y es que lo que ocurre en el Bernabéu no se queda en el Bernabéu. La música del Madrid viaja, se propaga, se reinventa en otros acentos. En Buenos Aires, en El Cairo, en Seúl, miles de voces entonan cánticos blancos sin haber pisado nunca la Castellana. Pero no hace falta. Porque la emoción no necesita GPS.
Durante las celebraciones en la Cibeles, el repertorio se convierte en banda sonora del delirio. Hay confeti, hay banderas… pero sobre todo hay canciones. Gritos desafinados pero gloriosos. Coros que no pasarían una audición, pero que hacen llorar a cualquiera que entienda que la felicidad, a veces, suena como un estadio en euforia.
Epílogo: la música que nunca termina
El Real Madrid ha sabido convertir el fútbol en arte. Y como todo arte que se respete, tiene su música. Una música que no siempre se escucha con los oídos, sino con la piel erizada, con los ojos húmedos, con la garganta rota de tanto cantar.
En un mundo donde todo cambia tan rápido, hay una certeza que se mantiene: mientras haya un balón rodando, habrá una canción acompañándolo. Y mientras exista el Real Madrid, alguien en algún rincón del mundo gritará —con más fe que voz—: ¡Hala Madrid y nada más!.
Porque, al final, el Madrid no se explica. Se canta.

Real Madrid y el cine: cuando el fútbol se puso smoking
El Real Madrid no solo ha conquistado Copas de Europa; también ha levantado cámaras, micrófonos y ovaciones en salas de cine. Como esos actores veteranos que llenan teatros solo con su presencia, el club blanco no necesita esforzarse demasiado para robarse la escena. Porque si el fútbol es drama, gloria y tragedia comprimidos en 90 minutos, el Real Madrid es su actor protagonista. Y sí, también tiene buen ángulo ante las cámaras.
En la improbable boda entre Hollywood y el balompié europeo —esa pareja que al principio no se entendía, pero ahora presume selfies en todas las alfombras rojas—, el Real Madrid ha sido el padrino con smoking blanco. Y como buen protagonista, siempre entra en escena en el momento justo, con un aura de leyenda y esa pizca de arrogancia que da haberlo ganado todo.
¡Goool!: Cuando Santiago Muñez soñó en blanco
Todo empezó, al menos para el gran público cinematográfico, con un grito mal escrito pero inolvidable: ¡Goool! (sí, con tantas "o" como neuronas perdía su protagonista por partido). En 2005, Hollywood decidió que el fútbol también merecía una saga, y lo hizo con Goal!, una historia que es mitad Cenicienta, mitad documental de Nike.
Santiago Muñez, un joven inmigrante con más talento que estabilidad emocional, pasa de regar jardines en Los Ángeles a meter goles en el Santiago Bernabéu. El viaje no es solo físico; es espiritual. Como quien sube del bar del barrio a la ópera sin escalas.
En la segunda entrega, el Madrid aparece como un Olimpo donde los dioses no lanzan rayos, sino pases filtrados. Zidane, Beckham y Ronaldo (el bueno, el brasileño) se interpretan a sí mismos con una naturalidad desconcertante. Fue la primera vez que muchos estadounidenses supieron que “Galácticos” no era solo una saga de Star Wars.
La película vendió un sueño: que fichar por el Madrid es tocar el cielo, aunque luego haya que sobrevivir a la prensa, las tentaciones nocturnas y los centros de Roberto Carlos. Y, aunque no ganó el Oscar, ¡Goool! dejó una huella imborrable: la de un club convertido en mito pop.
Documentales: el Madrid según el Madrid
Pasemos del drama de ficción al documental. O mejor dicho, al docudrama institucionalizado, porque cuando el Madrid produce sus propias series, la objetividad es opcional y la épica obligatoria.
Real Madrid: The Movie fue un intento serio (demasiado serio) de narrar la historia blanca con el tono de quien está contando la Biblia... y tiene línea directa con Dios. Entrevistas, goles y una narración que bien podría haber sido leída por Morgan Freeman si se le ofreciera suficiente dinero y una camiseta firmada por Di Stéfano.
Más reciente, Hasta el final (Apple TV+, 2023) nos regaló un festín emocional con las remontadas de la Champions 21-22. Rodrygo, Courtois, Benzema… todos héroes de una epopeya moderna donde el sufrimiento no se evita: se convierte en marca registrada. La serie se pasea por los vestuarios como quien entra a una iglesia en plena misa: con devoción y música dramática de fondo.
Luego llegó Cómo no te voy a querer (2025, Amazon Prime), que más que un documental es un poema audiovisual al Madrid de Jude Bellingham y Modrić. Claro, con la bendición del club, lo que significa que la autocrítica queda en la banca. Pero a quién le importa: ver cómo celebran en Cibeles es mejor que muchas finales de Netflix.
Lo curioso es que, pese al tono oficialista, estos documentales conectan. No solo con los madridistas, sino con todo aquel que entienda que el fútbol es una forma de contar quiénes somos: contradictorios, emocionales, gloriosos en la victoria e insoportables en la derrota.
El Madrid como ícono cultural: más que un escudo bonito
Pero la historia no termina en los créditos finales. El Real Madrid no vive solo en estadios o plataformas de streaming. Vive en canciones, memes, portadas de revistas y conversaciones de bar.
Cuando Cristiano Ronaldo jugaba allí, el club no tenía solo un delantero: tenía un fenómeno mediático capaz de llenar tanto el Bernabéu como el timeline de Instagram. El Clásico frente al Barça dejó de ser un partido para convertirse en un episodio de telenovela nacional. Y mientras Messi parecía el niño tímido que tocaba el piano, el Madrid siempre fue el barítono dramático que llegaba tarde y ganaba en el último minuto.
Incluso en el mundo de la moda, el club ha metido goles. La colección TiroVisTech (sí, suena a microondas, pero es de ropa) se vende como pan caliente en las redes. Porque, admitámoslo, hay algo hipnótico en ese blanco impoluto que te hace sentir parte de una élite que corre poco pero gana mucho.
Hollywood, Madrid y la improbable química
En un principio, Hollywood miraba al fútbol como quien observa un partido de cricket: con fascinación y desconcierto. Pero la globalización, los derechos televisivos y el poder de las marcas lo cambiaron todo. Hoy, una serie sobre el Real Madrid puede tener tanto alcance como una superproducción de Marvel, y mucha más emoción que un beso de Spiderman.
Eso sí, no todo es Champions y champán. Algunos críticos señalan que estos documentales huelen demasiado a marketing. Y tienen razón. Pero también es cierto que la mirada desde dentro —con acceso exclusivo, tomas íntimas y lágrimas reales— nos acerca a algo que parecía reservado a los dioses del fútbol.
Final con ovación: El club que juega y actúa
El Real Madrid no es solo un club. Es un relato en construcción, una marca global que se escribe entre goles, discursos motivacionales y tomas en cámara lenta. Ha conquistado la pantalla no porque lo necesitara, sino porque el cine —como el fútbol— busca épica, y en eso el Madrid es campeón absoluto.
“Para entenderlo, hay que vivirlo”, dice Modrić. Y para los que no pueden estar en el vestuario, siempre quedará la pantalla. Porque, aunque parezca increíble, a veces la ficción no supera a la realidad: solo la disfraza de blanco.

Mourinho en el Real Madrid: El arte de incendiar mientras gana
José Mourinho no entrenó al Real Madrid. Lo invadió. Como si hubiese leído más a Maquiavelo que a Menotti, el portugués aterrizó en Chamartín en 2010 no para adaptarse, sino para imponer su ley. Y vaya si lo hizo. En apenas tres años, desató una tormenta emocional que dejó títulos, enemigos, titulares, y un club que no volvió a dormir tranquilo.
Porque lo suyo no fue solo una era. Fue una guerra.
Cuando llegó el pirómano a la casa de porcelana
El Real Madrid de 2010 era un gigante herido. Aturdido por el tiqui-taca anestesiante de Guardiola, el club blanco buscaba un entrenador que no solo ganara, sino que mordiera. Y apareció Mourinho: bicampeón de Champions, provocador profesional y táctico sin escrúpulos. Un Napoleón con chándal.
No venía a hacer amigos. Venía a demoler al Barça. El problema es que, en el proceso, también derribó parte del decorado del propio Madrid.
Clásicos con cuchillos
Los enfrentamientos contra el FC Barcelona durante la era Mourinho fueron como cenas familiares navideñas: cargados de tensión, con gritos, empujones y algún que otro dedo en el ojo. Literalmente.
El portugués convirtió los Clásicos en un lodazal glorioso, donde lo futbolístico quedaba sepultado bajo declaraciones incendiarias, expulsiones estratégicas y gestos que escandalizarían hasta a Genghis Khan. Su guerra santa contra Guardiola —y contra los árbitros, y contra la UEFA, y contra el universo en general— elevó la rivalidad a niveles de ópera wagneriana. Drama incluido.
¿Fue feo? Sí. ¿Fue eficaz? A ratos. ¿Fue inolvidable? Como una cicatriz.
La prensa: enemigo declarado
A Mourinho le bastaban quince minutos frente a un micrófono para incendiar media ciudad. Acusaciones veladas, silencios teatrales, frases repetidas como salmos oscuros (“¿Por qué? ¿Por qué?”), y una habilidad innata para convertir cada rueda de prensa en un duelo al sol.
No hablaba, disparaba.
Mientras muchos entrenadores gestionan crisis con sutileza, él las creaba con precisión quirúrgica. Acusó a la prensa de manipular, a los árbitros de conspirar, a los suyos de traicionar. Era como un Shakespeare con mala leche y agenda de vendettas.
Casillas: la leyenda bajo sospecha
De todos los incendios que encendió, quizás el más doloroso para el madridismo fue su guerra fría con Iker Casillas. Símbolo del club, capitán adorado y referente mundial, Casillas fue enviado al banquillo como quien encierra una reliquia en un trastero. El argumento fue “decisión técnica”, pero olía a desafío.
Mourinho no quería ídolos, quería soldados. Y Casillas no se arrodilló.
La fractura fue profunda. Entre quienes veían al técnico como un revolucionario con causa, y quienes lo consideraban un verdugo sin corazón. Lo cierto es que, desde entonces, en el vestuario del Madrid nunca volvió a haber paz sin condiciones.
UEFA, árbitros y la eterna conspiración
No podía faltar la guerra internacional. Mourinho se enfrentó a la UEFA como quien cree que todos los árbitros tienen un póster del Barça en la habitación. Tras la famosa expulsión de Pepe ante el Barcelona en Champions 2011, dejó una frase para los anales del drama moderno: “¿Por qué el Ovrebo? ¿Por qué el Busacca? ¿Por qué el De Bleeckere?”
Era más que una queja: era una epopeya paranoica.
¿Estaba exagerando? Probablemente. ¿Lo creía de verdad? Sin duda. Y eso, en el fondo, es lo que hacía su discurso tan magnético como perturbador. Como un predicador en tiempos de peste, hablaba con la fe de los iluminados.
Victoria a fuego cruzado
Y sin embargo, entre los escombros, Mourinho dejó gloria. En la temporada 2011-12, conquistó La Liga con 100 puntos y 121 goles: un ejército de asedio con botas blancas. También ganó una Copa del Rey —nada menos que al Barça de Guardiola— y una Supercopa de España.
Lo hizo a su manera: sin pedir permiso, sin sonreír, sin titubear. Lo hizo sabiendo que estaba partiendo en dos el alma del club.
Porque ese es, quizás, su mayor legado: haber dividido al madridismo entre los que quieren ganar aunque duela… y los que prefieren ganar sin ensuciarse.
Un nombre que todavía arde
Mourinho se fue en 2013, pero dejó algo más duradero que cualquier trofeo: una idea. La de que el Real Madrid necesitaba más colmillo, más colera, más músculo emocional. Y aunque su sombra fue larga —tan larga como el silencio de Casillas en esos meses—, su eco se sigue oyendo cada vez que un entrenador duda, que un vestuario se ablanda o que un Clásico pierde fuego.
Porque Mourinho no fue un técnico. Fue un fenómeno sísmico.
Y como todo terremoto, dejó grietas… pero también movimiento.



Los récords imposibles del Real Madrid: un club condenado a la gloria
Hay equipos grandes, clubes históricos, escudos que imponen respeto. Y luego está el Real Madrid: una criatura mitológica vestida de blanco, que no juega al fútbol tanto como lo monopoliza. No importa cuánto avance la táctica, cuánto se invierta en fichajes o cuántas camisetas se vendan en Asia: en el corazón de Europa, siempre habrá un eco blanco que recuerda quién manda. Spoiler: no es la UEFA, es el Madrid.
Champions League: propiedad privada desde 1956
La UEFA Champions League, esa supuesta competición abierta a todos los campeones de Europa, lleva desde su fundación comportándose como una herencia familiar del Real Madrid. Con 15 títulos en la vitrina —más de lo que muchos países europeos tienen en total—, el club no solo lidera el palmarés: lo hace con una suficiencia casi obscena. El segundo equipo más laureado apenas roza los 8. Como si el Everest se quejara de que le comparen con una colina.
Y no hablamos solo de títulos. Hablamos de longevidad. De una racha de 28 temporadas consecutivas llegando a las fases eliminatorias, como si el octavo de final fuera una tradición navideña más. Y por si fuera poco, han logrado ganar los seis partidos de la fase de grupos en tres ocasiones distintas, exhibiendo una regularidad que en otros equipos sería milagrosa, pero en el Madrid es rutina.
La Liga: el trono de mármol blanco
Con 36 campeonatos de Liga, el Real Madrid no disputa la competición doméstica: la fiscaliza. Su campaña 2011-12, dirigida por un Mourinho en modo Napoleón, alcanzó los 100 puntos y 174 goles. No fue una temporada; fue una humillación sostenida.
Y si alguien pensaba que la historia se había escrito en blanco y negro, conviene recordar que en 2023-24, bajo la batuta zen de Carlo Ancelotti, el club solo perdió dos partidos en todo el curso. Dos derrotas en más de cincuenta batallas. No es fútbol; es dominación con guante de seda.
Goleadores que desobedecen la física
Cristiano Ronaldo no jugó en el Madrid. Lo reprogramó. Sus 450 goles en 438 partidos equivalen a una anomalía estadística, a un meteorito que decidió caer en Chamartín durante nueve años. Su récord de 17 goles en una sola edición de Champions, o sus 11 partidos consecutivos marcando en Liga, son cifras que ofenden a la lógica.
Antes que él, Puskás metió seis goles en un solo partido. Y no en una pachanga, sino en una Copa oficial. Y después, Vinícius Júnior entró como suplente y tardó 14 segundos en marcar. Hay algo en ese escudo que convierte a los delanteros en volcanes activos.
De ancianos sabios y niños prodigio
El Madrid no cree en la edad. Luka Modrić juega con 39 años como si el tiempo fuera un rumor, mientras que René Petit debutó con 15 como si la pubertad no fuera incompatible con el profesionalismo. Entre ambos extremos, aparece un desfile de nombres que hicieron historia antes de aprender a afeitarse: Raúl, con su triplete adolescente en Champions, o Endrick, anotando en La Liga con 18 años y la mirada de quien no se inmuta ante los focos.
Goleadas de otra época… o de todas las épocas
El 11-1 al Barcelona en 1943 sigue siendo el resultado más escandaloso del clásico. No se repite porque sería de mala educación. Pero más allá de esa masacre futbolística, el Madrid ha coleccionado noches épicas en Europa con nombres como Di Stéfano, Hugo Sánchez y Cristiano repartiéndose pókeres como si fueran cartas en un casino de Montecarlo.
Un legado que desafía al tiempo
Con 71 títulos nacionales y 27 internacionales, el Real Madrid no compite por trofeos: los colecciona. Como quien llena álbumes de estampas o cuadros en un museo. Y no es que no haya competencia; es que el Madrid parece jugar en una dimensión donde la presión alimenta, la derrota enseña y la gloria... se espera.
Su historia está hecha de hazañas que rozan lo inverosímil. Y lo más perturbador es que aún no se ha escrito el capítulo final. ¿Quién se atreve a romper estos récords? ¿Quién osa destronar a un rey que no abdica? Tal vez algún día lo sepamos. Pero por ahora, en el teatro del fútbol, el Madrid sigue ocupando el centro del escenario, con las luces bien enfocadas y el telón, aún, sin bajar.



Aficionados legendarios: Historias de la hinchada madridista alrededor del mundo.
El Real Madrid no es solo un club de fútbol; es una pasión que trasciende fronteras, lenguas y culturas. Con más de 450 millones de seguidores en todo el mundo, según datos recientes de estudios de mercado deportivo, la afición madridista es una de las más grandes y apasionadas del planeta. Desde las gradas del Santiago Bernabéu hasta los rincones más remotos de Asia, América y África, los hinchas blancos han creado tradiciones, peñas y relatos que dan vida a la leyenda del club. En este artículo, celebramos a los aficionados legendarios del Real Madrid, sus historias únicas y las tradiciones que los unen bajo el escudo merengue.
La cuna de la pasión: Madrid y sus peñas históricas.
En Madrid, el madridismo es más que una afición; es una forma de vida. Las peñas, asociaciones de aficionados que apoyan al club, son el corazón de esta pasión. Una de las más antiguas y emblemáticas es la Peña Madridista La Clásica, fundada en 1952. Con sede en el centro de la capital, esta peña ha sido testigo de las épocas doradas del club, desde los años de Di Stéfano hasta las Champions de Zidane. Sus miembros, muchos de ellos con décadas de fidelidad, organizan rituales previos a los partidos, como cánticos en la Plaza de Cibeles, donde celebran los títulos con la diosa de la fuente como testigo.Una historia inolvidable es la de Don Manuel, un socio nonagenario que nunca ha faltado a un partido en el Bernabéu desde 1955. Su asiento en la grada sur es casi un lugar de peregrinaje para los aficionados más jóvenes, quienes lo ven como un símbolo de lealtad. “El Madrid es mi familia”, dice Manuel, quien guarda en su casa un álbum con fotos de cada final europea que ha presenciado. Historias como la suya reflejan el arraigo del madridismo en la capital española.
El madridismo cruza el Atlántico: América Latina.
En América Latina, el Real Madrid ha encontrado un hogar lejos de casa. Países como México, Argentina y Colombia albergan millones de madridistas que viven los partidos con la misma intensidad que en Madrid. La Peña Madridista de México D.F., fundada en 1965, es una de las más grandes del continente. Sus reuniones en bares de la capital mexicana para ver los partidos son auténticas fiestas blancas, con banderas, bufandas y cánticos que resuenan como si estuvieran en el Bernabéu.Un hincha legendario en esta región es Juan Pablo Ramírez, conocido como “El Vikingo de Bogotá”. Este colombiano de 45 años se hizo famoso en las redes sociales por viajar 10 horas en autobús para ver la final de la Champions 2018 en un cine de su ciudad, vestido con una réplica exacta de la camiseta de Di Stéfano. “El Real Madrid me enseñó a no rendirme nunca, como en las remontadas del Bernabéu”, cuenta Juan Pablo. Su colección de más de 200 bufandas del club es una de las más grandes de Sudamérica, y su casa es un museo madridista que atrae a fans de toda Colombia.
Asia: Donde el Madrid despierta al amanecer.
En Asia, donde la diferencia horaria obliga a los aficionados a trasnochar o madrugar para ver los partidos, el madridismo es igualmente vibrante. La Peña Madridista de Tokio, fundada en 2004, reúne a cientos de japoneses que han adoptado al Real Madrid como su equipo. Sus tradiciones incluyen desayunos madridistas antes de los partidos, con menús inspirados en España, como tortilla de patatas y café con leche. Durante la final de la Champions de 2014, la peña organizó un evento que llenó un estadio pequeño en Tokio, con pantallas gigantes y cánticos en español que sorprendieron a los medios locales.Un aficionado icónico en Asia es Li Wei, un madridista chino de Shanghái que se tatuó el escudo del club en el brazo tras la Décima (2014). Li Wei, quien nunca ha visitado Madrid, organiza viajes anuales con su peña para ver partidos en Europa. “El Real Madrid me dio un propósito: unir a la gente a través del fútbol”, dice. Su peña, la Peña Madridista Dragón Blanco, ha crecido hasta tener más de 1,000 miembros, y sus vídeos en redes sociales cantando “Hala Madrid” en mandarín se han vuelto virales.
África: El latido blanco en el continente.
En África, el Real Madrid es un símbolo de inspiración. En Nigeria, la Peña Madridista de Lagos ha ganado notoriedad por sus iniciativas sociales, como donar material deportivo a escuelas locales en nombre del club. Su líder, Amina Okoye, una madre de tres hijos, se convirtió en una figura legendaria tras organizar un torneo infantil en 2022 que llevó el nombre del Real Madrid a comunidades rurales. “El Madrid representa grandeza, y queremos que los niños de aquí sueñen en grande”, explica Amina.Otra historia conmovedora es la de Kwame Asare, un ghanés que caminó 50 kilómetros en 2016 para unirse a una proyección pública de la final de la Champions en Accra. Su foto, agotado pero sonriente con una camiseta blanca, se volvió un símbolo del sacrificio madridista. Hoy, Kwame es el presidente de una peña local que retransmite partidos en pantallas solares para comunidades sin electricidad.
Tradiciones que unen al madridismo global.
A pesar de las distancias, los madridistas comparten tradiciones que refuerzan su identidad. El cántico “Hala Madrid y Nada Más”, compuesto en 2014, resuena desde las peñas de Madrid hasta las calles de Yakarta. Las celebraciones en fuentes, inspiradas en la Cibeles, se replican en plazas de México, Bogotá o Manila. Además, las redes sociales han dado voz a los aficionados, con hashtags como #HalaMadrid conectando a millones en tiempo real.Un ritual curioso es el de las bufandas al viento, una práctica que comenzó en el Bernabéu pero que ahora se ve en peñas de todo el mundo. Antes de cada partido importante, los aficionados levantan sus bufandas blancas mientras cantan, creando un mar de color que simboliza unidad. En India, la Peña Madridista de Mumbai ha adaptado esta tradición con bufandas bordadas con motivos locales, fusionando el madridismo con la cultura india.
Un legado que no conoce fronteras.
El Real Madrid no sería el club más laureado del mundo sin su afición. Desde los veteranos de las peñas madrileñas hasta los nuevos madridistas en Asia y África, los hinchas blancos han creado un legado de pasión, sacrificio y creatividad. Historias como las de Don Manuel, Juan Pablo, Li Wei, Amina y Kwame muestran que el madridismo es más que fútbol: es una comunidad global que vive y respira por los colores blancos. Como dice el himno, “Hala Madrid y nada más”… un grito que une a millones, desde las calles de Madrid hasta los confines del mundo.


La cantera del Real Madrid: Joyas de La Fábrica que conquistaron el mundo.
El Real Madrid no solo es sinónimo de títulos y estrellas internacionales, sino también de una cantera que ha forjado algunos de los nombres más legendarios del fútbol mundial. La Fábrica, como se conoce al sistema de formación del club, ha sido un pilar fundamental en la historia merengue, produciendo talentos que no solo brillaron en el Santiago Bernabéu, sino que dejaron su huella en el panorama global. En este artículo, exploramos la rica historia de la cantera del Real Madrid y destacamos a algunas de las joyas que emergieron de ella, como Iker Casillas, Dani Carvajal y Lucas Vázquez, cuyo impacto trasciende generaciones.
Los orígenes de La Fábrica: Una apuesta por el talento local.
Desde sus inicios, el Real Madrid entendió la importancia de cultivar talento propio. Aunque el club siempre ha sido conocido por sus fichajes galácticos, La Fábrica ha sido el corazón que bombea sangre nueva al equipo. Fundada oficialmente en los años 50 bajo la visión de Santiago Bernabéu, la cantera madridista se consolidó como una de las más productivas de Europa, con una filosofía clara: formar jugadores técnicos, competitivos y con un amor inquebrantable por la camiseta blanca.A lo largo de las décadas, La Fábrica ha evolucionado, adaptándose a los tiempos modernos con instalaciones de primer nivel en Valdebebas y un enfoque en el desarrollo integral de los jugadores. Pero su esencia sigue siendo la misma: descubrir y pulir talentos que puedan llevar al Real Madrid a lo más alto.
Iker Casillas: El santo de Móstoles.
Si hay un nombre que personifica el éxito de La Fábrica, ese es Iker Casillas. Nacido en Móstoles, a pocos kilómetros de Madrid, Casillas ingresó en la cantera a los nueve años y rápidamente mostró su potencial. Su debut con el primer equipo en 1999, con apenas 18 años, marcó el inicio de una carrera legendaria. Iker no solo se convirtió en el portero titular del Real Madrid, sino en un símbolo de liderazgo y compromiso.Casillas lideró al club en una era dorada, ganando cinco Ligas, tres Champions League y dos Mundiales de Clubes, entre otros títulos. Su actuación en la final de la Champions de 2002 contra el Bayer Leverkusen, con paradas milagrosas tras entrar como suplente, es parte de la mitología madridista. Más allá de los trofeos, Iker representó los valores de la cantera: humildad, trabajo duro y lealtad al club. Su legado como "El Santo" sigue inspirando a las nuevas generaciones.
Dani Carvajal: El guerrero de Leganés.
Otro producto estrella de La Fábrica es Dani Carvajal, el lateral derecho que ha redefinido la posición con su garra y calidad. Criado en la cantera desde los 10 años, Carvajal debutó con el primer equipo en 2013 tras un breve paso por el Bayer Leverkusen, donde demostró que estaba listo para el gran escenario. Desde entonces, se ha convertido en un pilar indiscutible del Real Madrid.Con seis Champions League, cuatro Ligas y un sinfín de duelos memorables, Carvajal es el ejemplo perfecto del espíritu madridista: nunca se rinde. Su capacidad para atacar y defender, combinada con su liderazgo en el vestuario, lo ha convertido en un referente. Además, su historia de superación —desde ser descartado temporalmente hasta convertirse en un ícono— resuena con los aficionados que ven en él la tenacidad de La Fábrica.
Lucas Vázquez: La versatilidad al servicio del equipo.
Lucas Vázquez, otro hijo de La Fábrica, representa la constancia y el sacrificio. Originario de Curtis, Galicia, Lucas se unió a la cantera en 2007 y, tras un paso por el Espanyol, regresó al Real Madrid en 2015 para quedarse. Su versatilidad como extremo, lateral o incluso mediocampista lo ha convertido en un comodín imprescindible para entrenadores como Zidane y Ancelotti. Aunque no siempre ha sido titular, Lucas ha demostrado su valor en momentos clave, como en finales de Champions o partidos decisivos de Liga. Su entrega, profesionalismo y conexión con la afición lo han hecho un favorito de los madridistas. Con tres Champions League y tres Ligas en su palmarés, Lucas es la prueba de que La Fábrica no solo produce estrellas, sino también jugadores dispuestos a darlo todo por el escudo.
Otras joyas que brillaron en el mundo.
La Fábrica ha dado mucho más que estos tres nombres. Jugadores como Raúl González, el eterno capitán que batió récords de goles y partidos, llevaron el nombre del Real Madrid a lo más alto. Guti, con su magia y visión de juego, enamoró a generaciones de aficionados. Más recientemente, nombres como Álvaro Morata, Nacho Fernández y Juan Mata (aunque brilló fuera del club) demuestran la calidad y profundidad de la cantera madridista.Incluso en la actualidad, La Fábrica sigue siendo una fuente de talento. Jugadores jóvenes como Fran García o los prometedores talentos del Castilla muestran que el futuro del Real Madrid está asegurado. La cantera no solo provee jugadores al primer equipo, sino que también exporta talento a ligas de todo el mundo, consolidando la reputación global del club.
El impacto de La Fábrica en el Real Madrid y más allá.
El éxito de La Fábrica no se mide solo en trofeos, sino en la identidad que aporta al Real Madrid. Los canteranos entienden la presión de jugar en el Bernabéu y el significado de la camiseta blanca. Son el puente entre el club y la afición, representando los valores de esfuerzo, pasión y compromiso que definen al madridismo.Además, La Fábrica ha sido un modelo para otros clubes, demostrando que invertir en la formación de jóvenes puede ser tan valioso como los grandes fichajes. Su influencia trasciende fronteras, con ex-canteranos brillando en ligas de Europa, América y Asia, llevando consigo el sello del Real Madrid.
Conclusión:
La Fábrica, el alma del madridismo. La cantera del Real Madrid es mucho más que una academia de fútbol; es una fábrica de sueños que ha dado al mundo jugadores inolvidables. Desde Iker Casillas, el portero que marcó una era, hasta Dani Carvajal, el guerrero incansable, y Lucas Vázquez, el símbolo de la entrega, La Fábrica sigue siendo el corazón latente del club. Celebramos estas joyas que no solo conquistaron el Santiago Bernabéu, sino que llevaron el escudo del Real Madrid a todos los rincones del planeta. Porque en el Real Madrid, el talento no solo se ficha, también se forja.


Raimundo Saporta: El eterno vicepresidente que marcó el rumbo blanco.
En la rica historia del Real Madrid, pocos nombres resuenan con tanta relevancia como el de Raimundo Saporta Namías, un hombre cuya influencia tras bambalinas fue clave para convertir al club en una institución legendaria. Aunque nunca ocupó el cargo de presidente, su papel como mano derecha de Santiago Bernabéu y su visión estratégica entre las décadas de los 50 y 90 dejaron una huella imborrable en el rumbo blanco, tanto en el fútbol como en el baloncesto. Este artículo rinde homenaje a Saporta, el eterno vicepresidente, cuya genialidad organizativa y diplomática marcó una era dorada para el Real Madrid.
Orígenes y llegada al Real Madrid.
Nacido el 16 de diciembre de 1926 en París, en el seno de una familia judía sefardí de origen turco, Raimundo Saporta llegó a Madrid en 1941 huyendo de los peligros de la Segunda Guerra Mundial. Tras la trágica pérdida de su padre, arrollado por un tranvía, el joven Saporta se formó en el Liceo Francés y destacó desde temprano por su talento para la gestión y los idiomas, dominando el francés y el inglés en una época donde esto era poco común en España. Su vida cambió en 1952, cuando Santiago Bernabéu, impresionado por su organización del torneo de baloncesto para las Bodas de Oro del Real Madrid, lo incorporó al club como contable. Un año después, ascendió a tesorero y, en 1962, se convirtió en vicepresidente, cargo que ocuparía hasta 1978.
La mano derecha de Bernabéu.
Saporta fue mucho más que un directivo. Como hombre de confianza de Bernabéu, se convirtió en el arquitecto de muchos de los éxitos del Real Madrid. Su capacidad para negociar y su visión global fueron fundamentales en momentos clave. Uno de los hitos más recordados de su gestión fue el fichaje de Alfredo Di Stéfano en 1953. En una operación envuelta en polémica, Saporta lideró las negociaciones que trajeron al astro argentino al Real Madrid, superando al F.C. Barcelona en una disputa que marcó un antes y un después en la historia del club. Su habilidad para cerrar acuerdos complejos aseguró que Di Stéfano se convirtiera en la piedra angular del equipo que dominaría Europa.
Además, Saporta desempeñó un papel crucial en la creación de la Copa de Europa de fútbol. Como intérprete y negociador entre Bernabéu y figuras como Gabriel Hanot, ayudó a sentar las bases de la competición que catapultaría al Real Madrid a la gloria continental. Su trabajo no se limitó al fútbol: en el baloncesto, Saporta llevó al Real Madrid a su etapa más gloriosa, consolidando a la sección como una potencia europea.
El arquitecto del baloncesto blanco.
Si bien su impacto en el fútbol fue inmenso, Saporta es especialmente recordado por su legado en el baloncesto. Como presidente de la sección, transformó al Real Madrid Baloncesto en un referente mundial. Fue el impulsor de la Copa de Europa de baloncesto (hoy Euroliga) en 1957, diseñando un formato de eliminatorias por proximidad geográfica que reducía costes y fomentaba la competitividad. También fundó la Liga Española de Baloncesto y el prestigioso Torneo de Navidad, que se convirtió en un escaparate del baloncesto europeo.
Bajo su liderazgo, el Real Madrid Baloncesto conquistó múltiples títulos, incluyendo varias Copas de Europa, gracias a fichajes como Clifford Luyk, Wayne Brabender y Emiliano Rodríguez, y al trabajo de entrenadores como Pedro Ferrándiz. Saporta no solo gestionaba, sino que cuidaba personalmente a los jugadores, asegurándose de su bienestar y controlando incluso detalles como sus finanzas personales, lo que refleja su filosofía paternalista.
Diplomacia y desafíos políticos.
Saporta también destacó por su habilidad para navegar en un entorno políticamente complejo. Durante la dictadura de Franco, el Real Madrid enfrentó restricciones para competir contra equipos de Europa del Este. Saporta, con su don para las relaciones públicas, logró convencer a las autoridades franquistas para permitir viajes a la Unión Soviética, como el histórico enfrentamiento de 1963 contra el CSKA de Moscú. Su astucia diplomática quedó patente en anécdotas como la entrega de caviar y un libro de Dolores Ibárruri a Franco para suavizar tensiones tras un viaje a Moscú.
Además, Saporta actuó como pacificador en momentos de fricción con el F.C. Barcelona, normalizando relaciones tras episodios como la “final de las botellas” de 1968. Su caballerosidad se reflejaba en gestos como enviar obsequios a jugadores azulgranas en sus bodas, una práctica impensable en la rivalidad actual.
El rechazo a la presidencia.
Tras la muerte de Santiago Bernabéu en 1978, muchos esperaban que Saporta asumiera la presidencia del Real Madrid. Sin embargo, fiel a una promesa hecha a Bernabéu, rechazó el cargo, argumentando que le causaría demasiado sufrimiento y que carecía de ambición personal para liderar desde el frente. En su lugar, apoyó la candidatura de Luis de Carlos y continuó contribuyendo al club desde un segundo plano. Regresó brevemente en los años 80, a petición de Ramón Mendoza, para dirigir la sección de baloncesto, aunque su rol fue más simbólico debido a problemas de salud.
Legado y reconocimientos.
Saporta se retiró definitivamente en 1991, aquejado por problemas de salud que incluyeron un infarto en 1987 y una afección renal que lo llevó a su fallecimiento el 2 de febrero de 1997. Su legado, sin embargo, perdura. La antigua Recopa de Europa de baloncesto fue renombrada Copa Saporta en su honor, al igual que el pabellón de la Ciudad Deportiva del Real Madrid. En 1995, fue nombrado vicepresidente de la FIBA por aclamación, y en 2007 ingresó al Salón de la Fama de la FIBA como reconocimiento a su contribución al baloncesto mundial.
Un visionario en la sombra.
Raimundo Saporta no buscó los reflectores, pero su influencia fue decisiva para que el Real Madrid se convirtiera en el club más laureado del mundo. Su capacidad para gestionar, negociar y visionar el futuro del deporte lo convierten en una figura indispensable en la historia blanca. Como dijo él mismo, el Real Madrid “entró en Europa 20 años antes que España”, y gran parte de ese logro lleva su sello.


Análisis del PSG 4-0 Real Madrid en el Mundial de Clubes 2025:
Lecciones y Brotes Verdes para el Futuro. Ayer, 9 de julio de 2025, el Real Madrid se despidió del Mundial de Clubes en las semifinales tras caer 4-0 ante un PSG sólido y contundente, liderado por Luis Enrique. A pesar del resultado abultado, el encuentro dejó destellos de esperanza y valiosas lecciones para un equipo en plena construcción bajo la dirección de Xabi Alonso. Este análisis se centra en los aspectos positivos que los madridistas pueden rescatar de esta experiencia, destacando el potencial de un proyecto que, aunque aún en sus primeras fases, promete un futuro brillante.
Un PSG en Estado de Gracia.
El PSG demostró por qué es el vigente campeón de Europa. Con un centro del campo imponente liderado por Vitinha, Fabián Ruiz y João Neves, y un ataque letal con Gonçalo Ramos, Ousmane Dembélé y Fabián marcando la diferencia, los parisinos fueron superiores desde el arranque. Los goles tempraneros de Dembélé y Fabián, aprovechando errores defensivos, marcaron el rumbo del partido, mientras que Ramos y Fabián (por partida doble) sellaron una goleada que no refleja del todo el esfuerzo del Real Madrid. Sin embargo, en lugar de centrarnos en los errores, vale la pena destacar cómo este encuentro sirve como un punto de referencia para medir el camino que queda por recorrer.
La Era Xabi Alonso:
Un Proyecto en Construcción. Xabi Alonso, con apenas unas semanas al frente del equipo, ha comenzado a implantar su filosofía de juego, caracterizada por una presión alta, una defensa de tres centrales y un enfoque más solidario y táctico. Aunque el resultado no acompañó, el Real Madrid mostró momentos de cohesión y compromiso que reflejan la asimilación de estas ideas. El técnico vasco, en sus declaraciones post-partido, hizo un balance constructivo: "El inicio del partido ha marcado mucho. [...] Mucho que analizar y que aprender de la derrota de hoy. Estamos empezando, tenemos cosas que mejorar". Esta mentalidad de crecimiento es clave para un equipo que está en una fase de transición tras la salida de figuras históricas como Luka Modric.
Destellos Individuales:
Gonzalo, Güler y Huijsen. A pesar del marcador, varios jugadores dejaron pinceladas de calidad que ilusionan a la afición madridista. Gonzalo García, el canterano que ha irrumpido con fuerza en este torneo, no pudo marcar en esta ocasión, pero su sacrificio y presencia en el área han sido una constante. Su consolidación como un "nueve puro" aporta una variante que el equipo necesitaba, como se destacó tras su gol ante Juventus: "Es un ratón de área. [...] Va a dar todo por el club". Arda Güler, por su parte, sigue ganando protagonismo como mediocentro organizador. Su capacidad para romper líneas y crear ocasiones (cinco en el torneo) demuestra que su encaje en el sistema de Xabi Alonso es cada vez más natural. Aunque no pudo evitar la derrota, su visión y calidad técnica fueron un faro en momentos complicados.Dean Huijsen, a pesar de su ausencia en este partido, ha sido una revelación en el torneo, mostrando madurez y solvencia como central. Su liderazgo en pases completados y progresiones en partidos anteriores, como ante Al Hilal, refuerza la idea de que el Real Madrid ha encontrado una joya defensiva.
Courtois: Un Muro Bajo Presión.
Thibaut Courtois, una vez más, fue un pilar para el Real Madrid. A pesar de encajar cuatro goles, el belga realizó paradas espectaculares que evitaron un marcador aún más abultado. Su doble atajada en el primer tiempo, cuando el partido aún estaba 0-0, y su intervención clave en el tramo final muestran que sigue siendo uno de los mejores porteros del mundo. Courtois, además, ofreció una reflexión madura tras el encuentro: "Son dos partidos y dos veces un poco el mismo error. [...] Tenemos que ser más inteligentes". Su liderazgo será fundamental para corregir los desajustes defensivos.
Lecciones para el Futuro.
El 4-0 ante el PSG no debe eclipsar los progresos del Real Madrid en este Mundial de Clubes. El equipo llegó a semifinales, superando a rivales como Pachuca (3-1), Salzburgo (3-0), Juventus (1-0) y Borussia Dortmund (3-2), lo que refleja una evolución notable en poco tiempo. La presión alta, la intensidad en la recuperación y la apuesta por jóvenes talentos como Gonzalo, Güler y Huijsen son señales de un proyecto que va tomando forma. Además, la afición madridista, que llenó estadios en Miami, Charlotte y Nueva Jersey, demostró una vez más su apoyo incondicional, creando un ambiente de "local" incluso en territorio estadounidense. Este respaldo será un motor clave para la próxima temporada, donde se espera la incorporación de jugadores como Carreras y Mastantuono, además de posibles fichajes que refuercen el plantel.
Mirando Hacia Adelante.
La derrota ante el PSG, aunque dolorosa, no debe empañar el camino recorrido. "Cero reproches a Xabi Alonso. [...] Ha logrado poner al Real Madrid entre los 4 mejores equipos del mundo, y cayendo ante el mejor". Este Mundial de Clubes ha servido como un campo de pruebas para un Real Madrid en reconstrucción, y los brotes verdes son evidentes: un entrenador con ideas claras, jóvenes que piden paso y un equipo que, a pesar de los tropiezos, compitió hasta el final.Con tiempo para trabajar y ajustar detalles, Xabi Alonso tiene las herramientas para devolver al Real Madrid a lo más alto. La temporada 2025-26 está a la vuelta de la esquina, y este partido, lejos de ser un punto final, es un capítulo más en una historia que promete emociones fuertes. ¡Hala Madrid!


Real Madrid: La Gloria Renace en la Victoria del Mundial de Clubes 2025
En la tarde del 5 de julio de 2025, bajo el sol ardiente de East Rutherford, el Real Madrid escribió una nueva página dorada en su ilustre historia, derrotando al Borussia Dortmund por 3-2 en un dramático encuentro de cuartos de final del Mundial de Clubes. Con el aroma de la tradición impregnando el aire y los ecos de cánticos madridistas resonando en las gradas, los blancos demostraron una vez más por qué son sinónimo de grandeza en el fútbol mundial.
El choque comenzó con la intensidad propia de dos titanes europeos.
Los primeros compases fueron un duelo de voluntades, pero el genio madridista emergió pronto. En el minuto 10, Gonzalo García, con un remate certero, abrió el marcador, desatando la euforia entre los seguidores merengues. No tardaría en llegar el segundo tanto, obra de Fran García en el 20’, quien con un zurdazo preciso selló la supremacía blanca en la primera mitad. Sin embargo, el Dortmund, con su garra teutona, no se rindió, y en los minutos de descuento (90+2) Beier recortó distancias, avivando la tensión en el campo.
Lo que vino después será recordado como un capítulo épico.
En un final de infarto, el Borussia igualó el marcador con un penal transformado por Guirassy en el 90+8, dejando a la afición con el aliento contenido. Pero el destino tenía reservado un guión digno de reyes. En el 90+4, Kylian Mbappé, con su instinto letal, anotó el gol de la victoria, un tanto que no solo aseguró el pase a semifinales contra el Paris Saint-Germain, sino que reafirmó el espíritu indomable de este Real Madrid.
Bajo el mando de Xabi Alonso.
Quien ha infundido una mezcla de disciplina y audacia, el equipo demostró corazón y calidad en cada rincón del campo. La defensa resistió con garra, el mediocampo dictó el ritmo, y el ataque, liderado por las estrellas como Mbappé, brilló con luz propia. Esta victoria, lograda en un duelo de infarto, evoca los días de gloria de antaño, cuando leyendas como Di Stéfano y Puskás forjaban leyendas bajo el escudo merengue.
Para los madridistas.
Este triunfo no es solo un paso hacia la corona mundial, sino un homenaje a la esencia del club: lucha, pasión y un amor eterno por la victoria. Celebramos esta gesta con el orgullo de quienes saben que el Real Madrid, como el merengue que lleva en su nombre, es un deleite eterno para los sentidos. ¡Hala Madrid!


Los dorsales míticos del Real Madrid y sus herederos: un legado tejido en blanco
En el corazón del madridismo, los dorsales no son solo números cosidos en una camiseta. Son emblemas, historias vivas que trascienden generaciones, cargadas de pasión, gloria y un vínculo emocional que une a los aficionados con los héroes que han vestido la elástica blanca. En Passion Merengue, rendimos homenaje a esos números míticos del Real Madrid y a los herederos que han llevado su peso con orgullo, tejiendo un legado inmortal en el Santiago Bernabéu.
El 7: La chispa del madridismo
El dorsal 7 es sinónimo de magia, rebeldía y liderazgo.Todo comenzó con Juanito, el genio de Fuengirola, cuya garra y amor por el escudo hicieron del 7 un símbolo de entrega absoluta. Cada regate, cada gol, cada grito suyo en el césped encendía al Bernabéu. Su trágica partida dejó un hueco imborrable, pero también un reto: heredar su espíritu.Llegó Emilio Butragueño, el "Buitre", con su elegancia y olfato goleador, llevando el 7 a nuevas cotas en los 80. Su sutileza contrastaba con la furia de Juanito, pero el dorsal seguía brillando. Luego, en los 90, Raúl González tomó la posta. El "Ángel de Madrid" no solo heredó el número, sino que lo convirtió en sinónimo de compromiso y liderazgo, marcando una era con su humildad y goles imposibles.El siglo XXI trajo a Cristiano Ronaldo, quien elevó el 7 a la estratosfera. Con una ambición voraz y un talento descomunal, CR7 redefinió lo que significaba llevar ese número: récords, Balones de Oro y una máquina de goles que hizo temblar Europa. Hoy, Vinícius Jr. recoge el testigo. Con su desborde, su descaro y su sonrisa, el brasileño honra el legado del 7, recordándonos que este dorsal siempre pertenecerá a los que sueñan en grande.
El 9: La catedral del gol
El 9 es el dorsal del killer, del artillero que hace rugir al Bernabéu. Alfredo Di Stéfano, la "Saeta Rubia", lo convirtió en sagrado. Su voracidad goleadora y su liderazgo sentaron las bases del Madrid legendario de las cinco Copas de Europa. El 9 era más que un número; era una corona.Décadas después, Hugo Sánchez heredó el manto. El mexicano, con sus chilenas imposibles y su instinto asesino, mantuvo viva la mística del 9. Luego llegó Karim Benzema, un 9 atípico pero sublime. Su elegancia, visión y capacidad para hacer mejores a sus compañeros transformaron el dorsal en una obra de arte. Hoy, el 9 espera un nuevo heredero, alguien capaz de soportar el peso de una tradición escrita con goles.
El 10: La batuta del genio
El 10 es el número de los soñadores, de los que hacen arte con el balón. Ferenc Puskás lo llevó a la gloria con su zurda prodigiosa, marcando goles que aún resuenan en la memoria madridista. En los 80, La Quinta del Buitre vio a Michel tomar el 10, combinando talento y casta. Más tarde, Luis Figo y Mesut Özil añadieron su magia al dorsal, cada uno con su estilo único.Hoy, Luka Modrić es el guardián del 10. El croata, con su elegancia y precisión quirúrgica, ha dado al número una dimensión de liderazgo silencioso, demostrando que el 10 no solo brilla en el ataque, sino también en el alma del equipo.
El 5: El muro inquebrantable
El 5 representa la solidez, el sacrificio, el escudo que protege al Madrid. Zinedine Zidane lo llevó con clase en su etapa como jugador, antes de convertirse en leyenda como técnico. Luego, Raphael Varane y Fernando Hierro convirtieron el 5 en sinónimo de jerarquía defensiva, liderando desde atrás con autoridad.Hoy, el 5 está en manos de jóvenes como David Alaba, quien combina experiencia y calidad para mantener viva la tradición de un dorsal que nunca se rinde.


Real Madrid vs. Juventus: Un Clásico Mundial con Sabor a Gloria en el Mundial de Clubes 2025
En la cálida noche del 1 de julio de 2025, el Hard Rock Stadium de Miami se vistió de gala para recibir un duelo de titanes que evocaba los grandes enfrentamientos europeos de antaño: Real Madrid contra Juventus, en los octavos de final del Mundial de Clubes. Con el aroma a césped recién cortado y la brisa cargada de historia, los blancos se impusieron por 1-0 en un partido que, aunque austero en el marcador, rebosó de intensidad y momentos que resonarán en la memoria de los aficionados. Esta crónica, escrita con el encanto de las plumas deportivas de otra época, revive la magia de un encuentro que tuvo todo lo que hace grande al fútbol.
El escenario: Miami bajo las estrellas
El sol se había ocultado en Miami, pero el calor aún pesaba como una manta sobre los 62,149 espectadores que llenaron las gradas del Hard Rock Stadium. La humedad del verano floridano, con sus 33°C, ponía a prueba a los jugadores, pero nada podía apagar la pasión de un duelo entre dos gigantes con 17 Copas de Europa entre ambos (15 del Madrid, 2 de la Juve). Era el vigésimo segundo choque competitivo entre estos colosos, el primero fuera de la Champions, y el ambiente olía a épica, como en aquellas noches de los años 80 cuando el fútbol se narraba en blanco y negro.
Un primer tiempo de pulsos y resistencia
Bajo la batuta de Xabi Alonso, el Real Madrid saltó al césped con un 5-3-2 que buscaba solidez, pero los primeros compases fueron de la Juventus. Los bianconeri, liderados por un eléctrico Kenan Yildiz, pusieron en aprietos a la zaga madridista. A los seis minutos, Yildiz conectó con Randal Kolo Muani, quien, solo ante Courtois, envió el balón por encima del larguero en una ocasión que hizo contener el aliento a los hinchas blancos. Minutos después, el propio Yildiz probó con un disparo lejano que se perdió por poco, recordando que la Vecchia Signora no había viajado a Miami a ser comparsa.El Madrid, sin embargo, comenzó a carburar. Federico Valverde, con su despliegue de caudillo uruguayo, y Jude Bellingham, con su elegancia británica, tomaron las riendas. Antes del descanso, Di Gregorio, el guardián juventino, se lució con dos paradas de época: primero, negando un disparo a bocajarro de Bellingham; luego, estirándose como un felino para desviar un trallazo de Valverde desde fuera del área. El 0-0 al descanso era un homenaje a la tensión de los grandes duelos, donde cada balón se peleaba como si fuera el último.
La chispa de la cantera: Gonzalo García
El segundo acto trajo consigo la magia. En el minuto 54, Trent Alexander-Arnold, el lateral inglés que comienza a escribir su leyenda en Madrid, dibujó un centro milimétrico desde la derecha. Allí, como surgido de las páginas doradas de la cantera madridista, apareció Gonzalo García. El joven de 21 años, nieto de un primo de Rita Hayworth, se elevó con la gracia de un torero y conectó un cabezazo inapelable que dejó sin respuesta a Di Gregorio. ¡Gol del Madrid! El estadio estalló, y el 1-0 puso al equipo de Alonso en ventaja.García, quien ha aprovechado la ausencia de Kylian Mbappé (sidelined por una gastroenteritis hasta ese momento), firmó su tercer gol en el torneo, consolidándose como la revelación del Mundial de Clubes. Su cabezazo, descrito por los cronistas como “un latigazo al alma de la Juventus,” fue el momento que inclinó la balanza.
El regreso de Mbappé y la resistencia italiana
En el minuto 68, el Hard Rock Stadium rugió como si el mismísimo Di Stéfano hubiera reaparecido. Kylian Mbappé, recuperado tras su calvario médico, ingresó por García, y el público le rindió una ovación que estremeció Miami. Aunque el francés no encontró el gol, su sola presencia electrificó al equipo. Valverde rozó el 2-0 con un remate que Di Gregorio, héroe de la noche con 10 paradas, detuvo con maestría. La Juventus, agotada por el pressing madridista, apenas inquietó en la segunda mitad, y el pitido final confirmó el pase del Real Madrid a cuartos de final
Un duelo con ecos de eternidad
Este Real Madrid vs. Juventus no fue un festival de goles, pero sí un choque de voluntades, un recordatorio de que el fútbol es más que un marcador. Fue un partido que evocó las grandes noches de antaño, cuando los gigantes europeos se batían en duelos que trascendían el césped. Gonzalo García, con su gol, se convirtió en el héroe inesperado, mientras Di Gregorio, con sus intervenciones, salvó el honor juventino. Xabi Alonso, en su cuarto partido como técnico blanco, demostró que su Madrid, aun en construcción, tiene el ADN de los campeones.El Mundial de Clubes sigue su curso, y el Real Madrid, con su victoria, reafirma su candidatura al trono. En Miami, bajo un cielo estrellado, los blancos dieron un paso más hacia la gloria, dejando atrás a una Juventus que, aunque derrotada, peleó con la dignidad de los grandes. Como en los viejos tiempos, el fútbol volvió a ser poesía, y el Real Madrid, una vez más, su narrador más ilustre.


Real Madrid en la Copa del Rey: Fracasos, milagros y finales inolvidables
La Copa del Rey, ese torneo que destila esencia futbolística y que, aunque a veces quede eclipsada por la Liga o la Champions, guarda en sus anales historias que laten con fuerza en el corazón de los aficionados. Para el Real Madrid, un club sinónimo de grandeza, esta competición ha sido un carrusel de emociones: desde tropiezos inesperados hasta remontadas épicas y finales que han quedado grabadas en la memoria colectiva. Acompáñanos en este viaje con sabor vintage por los momentos más icónicos del Real Madrid en la Copa del Rey, donde el blanco y el morado se tiñen de nostalgia.
Los tropiezos que duelen:
Fracasos inesperadosAunque el Real Madrid es un coloso del fútbol mundial, la Copa del Rey ha sido, en ocasiones, su talón de Aquiles. Los blancos han levantado el trofeo en 20 ocasiones hasta 2025, una cifra respetable pero sorprendentemente modesta comparada con sus 36 Ligas o 15 Champions. La competición del KO ha dejado cicatrices que aún resuenan en el madridismo. Uno de los capítulos más dolorosos llegó en la temporada 2003-04, cuando el Real Madrid de los Galácticos, con Zidane, Ronaldo y Figo en el césped, cayó estrepitosamente en cuartos de final ante el Real Zaragoza. Un 6-1 en La Romareda, con un Diego Milito en estado de gracia, dejó al Bernabéu mudo y marcó un punto de inflexión en una temporada que terminó en blanco. No fue un caso aislado: en 2019, el Leganés, un modesto vecino madrileño, eliminó al Madrid en el Santiago Bernabéu tras un 1-2 que hizo temblar los cimientos del club.Estos fracasos, lejos de empañar la leyenda, humanizan al gigante. La Copa del Rey, con su formato de eliminatorias directas, no entiende de nombres ni de presupuestos. Es un recordatorio de que, incluso para el Real Madrid, la gloria nunca está garantizada.
Milagros que desafían la lógica
Si algo caracteriza al Real Madrid es su capacidad para obrar milagros cuando todo parece perdido. La Copa del Rey ha sido escenario de remontadas que han alimentado el mito del “nunca te rindas”. Un ejemplo inolvidable es la final de 1979-80 contra el Castilla, el filial del club. Aunque el resultado
(6-1) no refleja épica, el contexto sí: el Madrid, en crisis deportiva, se enfrentó a su propio cantera en un duelo fratricida que pudo haber sido un desastre. Los blancos, liderados por Juanito y Santillana, se impusieron con autoridad, pero el partido quedó como un símbolo de la resiliencia madridista.Otro milagro ocurrió en la temporada 2010-11, en la semifinal contra el Sevilla. Tras un 2-0 en contra en la ida, el Bernabéu vibró con una remontada épica en la vuelta: un 3-0 con goles de Cristiano Ronaldo y Benzema que llevaron al Madrid a la final. Esa noche, el estadio se convirtió en una caldera, recordando a los aficionados que, en Chamartín, lo imposible solo es el preludio de la victoria.
Finales que no se olvidan
Las finales de Copa del Rey del Real Madrid son un mosaico de emociones. Algunas, como la de 1993 contra el Zaragoza, son recordadas por su dramatismo. Con un empate a uno en el tiempo reglamentario, el gol de Lasa en la prórroga desató la euforia en un Madrid que llevaba 15 años sin ganar la Copa. Pero, sin duda, la final más icónica es la de 2011 contra el FC Barcelona, en Mestalla. En un Clásico cargado de tensión, Cristiano Ronaldo se elevó en el minuto 103 para cabecear un centro de Di María y romper el empate. Ese gol, bajo la lluvia valenciana, no solo dio al Madrid la Copa, sino que marcó el inicio de una nueva era bajo el mando de José Mourinho.Otra final grabada en la retina es la de 2014, también contra el Barcelona. Con el partido agonizando y un 1-1 en el marcador, Gareth Bale protagonizó una cabalgada histórica por la banda izquierda, esquivando a Bartra a pura potencia para anotar el 2-1 definitivo. Ese gol, conocido como “la carrera de Bale”, es un emblema de la garra madridista.
Una competición con alma
La Copa del Rey, menos glamurosa que la Champions, tiene un encanto único. Es el torneo de las sorpresas, de los modestos que desafían a los gigantes, de los partidos a vida o muerte. Para el Real Madrid, ha sido un campo de batalla donde han convivido la gloria y el fracaso, los milagros y las decepciones. Cada eliminatoria, cada gol, cada noche en el Bernabéu o en un estadio rival lleva consigo una historia que merece ser contada.Así, mientras el Real Madrid sigue acumulando trofeos y récords, la Copa del Rey permanece como un recordatorio de su humanidad. Es un torneo donde el escudo no basta, donde la magia se forja en 90 minutos (o más), y donde los recuerdos, ya sean dulces o amargos, perduran para siempre. Porque, en el fútbol, como en la vida, no hay victoria sin lucha, ni gloria sin sacrificio.


Real Madrid vs. Juventus: Un Duelo Épico en los Octavos del Mundial de Clubes 2025
El Hard Rock Stadium de Miami Gardens se prepara para ser el escenario de un enfrentamiento histórico este martes 1 de julio de 2025, cuando el Real Madrid, comandado por Xabi Alonso, se enfrente a la Juventus en los octavos de final del FIFA Club World Cup. Este choque entre dos gigantes europeos promete ser uno de los más emocionantes de la ronda, un verdadero espectáculo para los aficionados madridistas y del fútbol mundial.
Un Clásico Europeo en el Escenario Global
El encuentro entre Real Madrid y Juventus marca la vigesimosegunda vez que estos colosos se enfrentan en competiciones oficiales, pero será la primera fuera del ámbito de la UEFA Champions League. Con un historial de 10 victorias para el Real Madrid, 9 para la Juventus y 2 empates, la balanza está ligeramente inclinada a favor de los blancos, pero la Vecchia Signora ha demostrado ser un rival temido. Su último duelo, en los cuartos de final de la Champions 2017-18, terminó con un dramático 4-3 a favor del Madrid en el global, incluyendo un penalti decisivo de Cristiano Ronaldo en el Bernabéu.
Este partido en el Mundial de Clubes no solo es un cruce entre dos clubes históricos, sino también una oportunidad para que el Real Madrid de Xabi Alonso continúe consolidando su estilo de juego en un torneo que los merengues buscan conquistar por sexta vez. Por su parte, la Juventus, tras una fase de grupos irregular, llega con hambre de revancha tras caer 5-2 ante el Manchester City en su último partido.
La Trayectoria en el Mundial de Clubes 2025
El Real Madrid llega a este duelo tras liderar el Grupo H con autoridad. Los blancos empataron 1-1 contra Al Hilal en un partido intenso, vencieron 3-1 a Pachuca (pese a jugar con 10 hombres tras la expulsión de Raúl Asencio) y golearon 3-0 a RB Salzburg, con goles de Vinícius Júnior, Federico Valverde y Gonzalo García. Este último, con dos tantos y una asistencia en la fase de grupos, se ha convertido en una de las revelaciones del torneo. La solidez defensiva, con un Thibaut Courtois en gran forma y la adaptación al sistema de tres centrales de Alonso, ha dado al Madrid una nueva identidad táctica.
Por otro lado, la Juventus aseguró el segundo puesto del Grupo G tras un arranque arrollador: una goleada 5-0 sobre Al Ain y una victoria 4-1 contra Wydad AC, con Kenan Yildiz como figura destacada (tres goles y una asistencia en la fase de grupos). Sin embargo, su derrota 5-2 ante el Manchester City expuso ciertas debilidades defensivas que el técnico Igor Tudor deberá corregir para enfrentar al Madrid.
Claves del Partido
El duelo en el ataque: Vinícius vs. Yildiz
Vinícius Júnior, con un gol y una asistencia magistral en el partido contra Salzburg, está en un momento dulce. Su capacidad para desbordar y su conexión con Federico Valverde serán cruciales para romper la defensa juventina. Por su parte, Kenan Yildiz, el joven talento turco de la Juventus, ha demostrado ser letal en el área y será una amenaza constante para la zaga blanca.La táctica de Xabi Alonso
La transición de Alonso hacia un sistema con tres centrales (Rüdiger, Huijsen y Tchouaméni) ha dado al Madrid una solidez defensiva que no se veía en años. Este esquema, combinado con la creatividad de Jude Bellingham y la versatilidad de Valverde, permite al equipo adaptarse a diferentes contextos. Sin embargo, la Juventus, con su presión alta y transiciones rápidas, podría explotar cualquier error en la salida de balón.La experiencia en grandes citas
El Real Madrid tiene un historial impecable en el Mundial de Clubes, con 15 victorias en la competición, 12 de ellas por al menos dos goles de diferencia. La Juventus, aunque menos exitosa en este torneo, cuenta con jugadores experimentados como Dusan Vlahovic, quien pese a un desempeño irregular ante City, podría ser clave en un partido de eliminación directa.El factor psicológico
La Juventus llega herida tras su goleada ante el Manchester City, pero también motivada por enfrentar a un rival de la talla del Real Madrid. Los blancos, por su parte, están en plena confianza bajo el mando de Alonso, pero deberán evitar la complacencia tras su sólido paso por la fase de grupos.
Alineaciones Probables
Real Madrid (3-4-3):
Courtois; Rüdiger, Huijsen, Tchouaméni; Alexander-Arnold, Valverde, Bellingham, Fran García; Rodrygo, Mbappé, Vinícius Júnior.
Clave: La presencia de Kylian Mbappé, quien busca mejorar su trabajo sin balón según Alonso, será vital para desequilibrar.
Juventus (4-2-3-1):
Di Gregorio; Savona, Gatti, Kalulu, Cambiaso; Locatelli, Fagioli; Yildiz, Koopmeiners, Mbangula; Vlahovic.
Clave: Yildiz y Vlahovic deberán aprovechar cualquier oportunidad, ya que el Madrid no suele perdonar en el área rival.
Pronóstico: Un Partido Cerrado con Sello Merengue
El Real Madrid parte como favorito gracias a su desempeño en la fase de grupos y su historial en el torneo. La capacidad de Vinícius para generar peligro y la solidez defensiva liderada por Courtois podrían marcar la diferencia. Sin embargo, la Juventus, con su alta tasa de conversión (37% en la fase de grupos) y la calidad de Yildiz, no será un rival fácil.


Derbis Eternos: La Rivalidad entre Real Madrid y Atlético a través de los Años
El derbi madrileño, el apasionante enfrentamiento entre el Real Madrid Club de Fútbol y el Club Atlético de Madrid, es mucho más que un partido de fútbol. Es un choque de identidades, una batalla que trasciende el terreno de juego y que ha marcado la historia del fútbol español durante más de un siglo. Desde los primeros duelos a principios del siglo XX hasta las épicas finales de la UEFA Champions League, esta rivalidad ha forjado momentos imborrables, estadísticas abrumadoras y una pasión que divide a la capital de España. En este artículo, exploramos la historia, los momentos icónicos y las cifras que definen esta contienda legendaria.
Orígenes de una Rivalidad Histórica
La rivalidad entre Real Madrid y Atlético de Madrid tiene sus raíces en los albores del fútbol español. Fundado en 1902, el Real Madrid (entonces Madrid Foot-Ball Club) se convirtió rápidamente en un referente del fútbol en la capital. Un año después, en 1903, nació el Atlético de Madrid como una sucursal del Athletic Club de Bilbao, bajo el nombre de Athletic Club Sucursal de Madrid. No fue hasta 1906, en el Campeonato Regional Centro, cuando ambos equipos se enfrentaron por primera vez en un partido oficial, con victoria para los blancos por 2-1. Desde entonces, el derbi madrileño se ha convertido en el enfrentamiento más repetido en la historia del fútbol español, con más de 302 partidos oficiales hasta marzo de 2025.
En sus inicios, los duelos eran muy igualados, reflejo de una época en la que ambos clubes competían por el dominio regional. Sin embargo, a partir de los años 50, con el Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, los blancos comenzaron a tomar ventaja, consolidando una supremacía que se extendería durante décadas.
Estadísticas: La Balanza a Favor del Real Madrid
El historial de enfrentamientos entre ambos clubes muestra una clara ventaja para el Real Madrid. Hasta marzo de 2025, se han disputado 302 encuentros oficiales, con los siguientes resultados:
Victorias del Real Madrid: 154
Victorias del Atlético de Madrid: 75
Empates: 73
Goles del Real Madrid: 523
Goles del Atlético de Madrid: 380
En LaLiga, el dominio madridista es aún más evidente, con 91 victorias frente a las 41 del Atlético y 44 empates en 176 partidos. En la Copa del Rey, la balanza se equilibra ligeramente, con 18 victorias blancas, 14 colchoneras y 14 empates en 46 encuentros. En competiciones europeas, el Real Madrid también lidera, con 6 victorias frente a 3 del Atlético en 11 partidos de Champions League.
Sin embargo, la llegada de Diego Simeone al banquillo rojiblanco en 2011 marcó un punto de inflexión. Desde entonces, el Atlético ha competido de tú a tú, rompiendo rachas negativas históricas, como la de 14 años sin vencer al Real Madrid en partidos oficiales (1999-2013). En los últimos 10 enfrentamientos hasta febrero de 2025, el balance es mucho más parejo: 4 victorias del Real Madrid, 3 del Atlético y 3 empates.
Momentos Icónicos del Derbi Madrileño
El derbi madrileño ha dejado una estela de partidos que han quedado grabados en la memoria de los aficionados. A continuación, repasamos algunos de los más emblemáticos:
Copa del Rey 1960 y 1961: El Atlético reina en el Bernabéu
En 1960, el Atlético de Madrid logró una hazaña histórica al derrotar al Real Madrid por 3-1 en el Santiago Bernabéu, conquistando su primera Copa de España. Un año después, en 1961, los rojiblancos repitieron la gesta, venciendo 3-2 nuevamente en el feudo blanco. Estas victorias, lideradas por figuras como Enrique Collar, marcaron un hito para los colchoneros.Final de la Champions League 2014: El gol de Ramos en el 93’
La final de Lisboa es, sin duda, uno de los capítulos más dramáticos de esta rivalidad. El Atlético, liderado por Diego Godín, estaba a segundos de alzarse con su primera Champions League, con un 1-0 a su favor. Sin embargo, un cabezazo de Sergio Ramos en el minuto 93 forzó la prórroga, donde el Real Madrid se impuso por 4-1 con goles de Gareth Bale, Marcelo y Cristiano Ronaldo. Este partido marcó la Décima para los merengues y dejó una herida profunda en los corazones rojiblancos.Copa del Rey 2013: Miranda rompe la racha
En mayo de 2013, el Atlético puso fin a una racha de 14 años sin victorias oficiales ante el Madrid, derrotándolo por 2-1 en la final de la Copa del Rey, nuevamente en el Bernabéu. Un gol de cabeza de Miranda en la prórroga dio el título a los colchoneros, en un partido que simbolizó el resurgir del Atlético bajo la batuta de Simeone.Final de la Champions League 2016: La Undécima en los penales
En Milán, ambos equipos volvieron a enfrentarse en una final de Champions. El Real Madrid se adelantó con gol de Ramos, pero Yannick Carrasco empató para el Atlético. Tras un empate a uno, el partido se decidió en la tanda de penales, donde Juanfran falló y Cristiano Ronaldo selló la victoria para los blancos, conquistando la Undécima.Supercopa de Europa 2018: La revancha colchonera
El Atlético se tomó una pequeña revancha en la Supercopa de Europa de 2018, derrotando al Real Madrid por 4-2 en Tallin. Diego Costa, con un doblete, y Saúl Ñíguez fueron los héroes de una victoria que dio al Atlético su tercer título en esta competición.Exhibición en el International Champions Cup 2019
En un amistoso en Estados Unidos, el Atlético protagonizó una goleada histórica al vencer al Real Madrid por 7-3, el derbi con más goles de la historia. Diego Costa, nuevamente, fue la figura, marcando cuatro tantos. Aunque no fue un partido oficial, este resultado resonó como un mensaje de fortaleza colchonera.
Máximos Goleadores y Protagonistas
El derbi madrileño ha sido escenario para que grandes figuras de ambos clubes dejen su huella. Alfredo Di Stéfano, con 14 goles, es el máximo goleador histórico del derbi, seguido de cerca por Cristiano Ronaldo, con 22 goles en todas las competiciones. Por el lado del Atlético, jugadores como Santiago Bernabéu (sí, el mítico presidente del Real Madrid, que jugó en el Atlético) con 17 goles en competiciones coperas, y más recientemente Antoine Griezmann, han brillado en estos duelos.
En cuanto a participaciones, Sergio Ramos encabeza la lista con 43 derbis disputados, seguido por Paco Gento y Koke Resurrección, ambos con 42 partidos. Estos nombres son solo una muestra de los gigantes que han dado vida a esta rivalidad.
La Era Simeone y la Competitividad Actual
La llegada de Diego Simeone al Atlético en 2011 transformó la dinámica del derbi. Antes de su era, el Real Madrid dominaba con claridad, incluyendo una racha de 25 derbis sin derrota para los colchoneros entre 2000 y 2013. Sin embargo, Simeone llevó al Atlético a un nivel de competitividad sin precedentes, conquistando títulos como LaLiga 2013-14 y la Copa del Rey 2013, y convirtiendo los derbis en auténticas batallas tácticas.
En los últimos años, los enfrentamientos han sido extremadamente igualados. Por ejemplo, en el derbi de LaLiga del 8 de febrero de 2025, ambos equipos empataron 1-1 en el Bernabéu, con goles de Julián Álvarez para el Atlético y Kylian Mbappé para el Real Madrid. En la Champions League 2024-25, el Real Madrid avanzó en los octavos de final tras una tanda de penales, demostrando que la balanza sigue siendo ajustada.
Una Rivalidad que Trasciende el Deporte
El derbi madrileño no es solo un enfrentamiento deportivo, sino un fenómeno cultural y social. Mientras el Real Madrid ha sido históricamente asociado con la élite y los éxitos europeos, el Atlético de Madrid representa el espíritu obrero y la garra. Esta diferencia de identidades ha alimentado cánticos, rivalidades entre aficiones y un ambiente único en cada encuentro. Frases como “el equipo del gobierno” para el Madrid o “Indios” para el Atlético reflejan la intensidad de esta pugna.
Además, el derbi ha trascendido fronteras, siendo el único enfrentamiento entre equipos de la misma ciudad que se ha disputado en dos finales de Champions League (2014 y 2016). Su impacto global se ve reforzado por la presencia de jugadores estrella y entrenadores icónicos, como Ancelotti y Simeone, cuya rivalidad personal añade un capítulo más a esta historia.
Conclusión: Un Clásico Inmortal
El derbi madrileño es una de las rivalidades más vibrantes y longevas del fútbol mundial. Con más de 300 enfrentamientos, momentos que han hecho vibrar a generaciones y estadísticas que reflejan la grandeza de ambos clubes, este duelo sigue siendo un espectáculo imperdible. Para los aficionados del Real Madrid, cada derbi es una oportunidad de reafirmar su dominio histórico; para los del Atlético, es una chance de desafiar al gigante y demostrar su resiliencia.


Real Madrid 3–0 Salzburg: Señales de fútbol dominante en el Mundial de Clubes
Una victoria eléctrica que impulsa al equipo hacia los octavos
La madrugada de ayer, en Filadelfia, bajo lluvia intensa en el Lincoln Financial Field, el Real Madrid firmó una actuación arrolladora contra Salzburg (3‑0) y se aseguró el liderato del Grupo H en el Mundial de Clubes. Fue una muestra de fútbol firme, combinando cantera, carácter europeo y pegada de élite.
⚡ Vinícius renace y abre el camino
Tras dos partidos discretos, Vinícius Jr. resurgió con un tanto al ‘40 y una asistencia magistral con tacón a Fede Valverde justo antes del descanso. Su gol fue un desmarque explosivo, recorte preciso y zurdazo ajustado: fútbol en estado puro.
🧱 Valverde y Gonzalo cierran la faena
– Fede Valverde culminó con sangre fría la asistencia de Vini al filo del descanso, marcando el 2‑0 .
– En el ’84, el canterano Gonzalo García sentenció el duelo con elegante vaselina, redondeando el dominio madridista
🛡️ Defensa férrea, Courtois sólido
El bloque defensivo empleó una presión alta desde el inicio, con Bellingham intensificando el medio y Courtois manteniendo la portería a cero con intervenciones decisivas en la segunda mitad
🌧️ Adversidad climática y respuesta táctica
La lluvia condicionó el partido, pero el equipo respondió bien. Xabi Alonso presentó un sistema de tres centrales y presión intensa, dominando espacios y neutralizando al rival incluso en condiciones complicadas
📊 Primer lugar, paso firme hacia octavos
Con este triunfo, el Madrid suma 7 puntos, clasificándose como cabeza de grupo. El próximo rival serán los octavos de final: la Juventus, un duelo que promete intensidad.
🔭 Epílogo: un pulso con ambición
Tres goles, cero encajados y una imagen colectiva fuerte en su mejor versión.
Hombres jóvenes como Vinícius y Gonzalo combinan con visión y carácter: así se construye un equipo campeón.
El Real Madrid deja claro que no solo quiere ganar, quiere convencer. Ahora, con la vista en Miami… y la Juventus en el horizonte.


Los entrenadores más influyentes en la historia del club
Desde Miguel Muñoz hasta Zidane, pasando por Del Bosque y Mourinho
En el corazón de cada etapa gloriosa del Real Madrid ha habido un estratega, un líder desde el banquillo que supo traducir la historia, la exigencia y el talento en títulos. Desde los pioneros del siglo XX hasta los arquitectos del fútbol moderno, el Real Madrid ha contado con entrenadores que han marcado época. Hoy, en passionmerengue.com, hacemos un recorrido por aquellos técnicos que más influyeron en la historia del club blanco.
Miguel Muñoz (1960–1974): El patriarca de los banquillos blancos
Ningún entrenador ha dirigido más partidos ni ha ganado más Ligas que él con el Real Madrid. Miguel Muñoz, exjugador del club y parte del equipo que ganó las primeras Copas de Europa, tomó las riendas del banquillo en 1960 y se mantuvo durante 14 años, ganando 9 Ligas, 2 Copas de España y 2 Copas de Europa. Supo gestionar el final de una generación mítica e instaurar un nuevo ciclo ganador con figuras como Pirri o Amancio.
Vicente del Bosque (1999–2003): El gestor silencioso de la era galáctica
Del Bosque fue la calma en medio del torbellino mediático. Con mano firme y carácter discreto, llevó al Madrid a ganar 2 Ligas y 2 Copas de Europa (2000 y 2002), así como una Intercontinental y una Supercopa de Europa. Supo manejar un vestuario lleno de estrellas como Figo, Zidane, Raúl y Roberto Carlos, construyendo un equipo equilibrado entre talento y sacrificio.
José Mourinho (2010–2013): El revulsivo necesario
Llegó con la misión de acabar con la hegemonía del mejor Barcelona de la historia, y lo logró. Aunque su paso estuvo marcado por la controversia, Mourinho devolvió al Madrid la intensidad competitiva que había perdido. Ganó una Liga con récord de puntos (100), una Copa del Rey y una Supercopa, y dejó una base sólida que maduraría años después. Su legado también fue mental: instauró el “todo por ganar” como forma de vida.
Zinedine Zidane (2016–2018 y 2019–2021): La elegancia hecha título
Zizou pasó de leyenda como jugador a leyenda como entrenador. En apenas dos años y medio ganó tres Champions League consecutivas (algo inédito en la era moderna), una Liga, dos Supercopas de Europa y dos Mundiales de Clubes. Su estilo de gestión, sereno pero efectivo, y su conocimiento interno del club lo convirtieron en uno de los técnicos más queridos y exitosos.
Otros nombres que dejaron huella
Luis Molowny, con varios títulos interinos que lo elevaron al estatus de leyenda silenciosa.
Leo Beenhakker, padre de un fútbol ofensivo en los 80.
Carlo Ancelotti, el único que ha ganado todas las competiciones posibles con el club, incluyendo la inolvidable Décima y la Decimocuarta.
Fabio Capello, doble campeón de Liga en dos etapas breves pero efectivas.
Legado común: el ADN blanco
Aunque cada entrenador tuvo su estilo, todos compartieron un mismo principio: entender el peso de la camiseta. Dirigir al Real Madrid no es solo táctica, es historia, es presión, es responder siempre con victoria. Ellos no solo entrenaron, construyeron páginas doradas del club más grande del mundo.


Las camisetas más icónicas del Real Madrid: de 1902 a hoy
Un recorrido visual y emocional por los diseños que marcaron cada época blanca
El origen: 1902–1920
Todo comenzó con una camiseta blanca lisa, sin escudo ni publicidad. Inspirada en el uniforme del Corinthians londinense, aquella prenda simbolizaba pureza y elegancia. Con cuello subido y mangas largas, fue testigo de los primeros pasos del Madrid Foot-Ball Club en los polvorientos campos de la capital.
Consolidación: 1920–1940
En esta etapa aparece por primera vez el escudo bordado sobre el pecho, con la corona real tras la concesión del título de “Real” en 1920. La camiseta mantiene su diseño sobrio, pero ya empieza a reflejar identidad y orgullo institucional.
Era dorada: 1950–1960
La camiseta blanca vivió su época más gloriosa con Di Stéfano, Gento y Puskás. Sin marcas ni adornos, pero cargada de historia, se convirtió en símbolo de dominio europeo. En ella se bordaron las cinco primeras Copas de Europa. Era austera, pero invencible.
Modernización: 1980–1990
En los años 80, la firma Hummel introduce sutiles detalles en las mangas y un nuevo corte más atlético. Aparecen por primera vez los dorsales grandes y visibles. La camiseta de la “Quinta del Buitre” ya coquetea con el marketing sin perder su esencia.
La revolución del patrocinio: 1990–2000
Parmalat, Teka... El pecho de la camiseta blanca comienza a poblarse con patrocinadores. Adidas entra como proveedor oficial y moderniza el diseño con tejidos técnicos, cuellos en V y ribetes lilas, dejando atrás la sobriedad de décadas anteriores.
La era galáctica: 2001–2010
La camiseta con Teka, luego Siemens Mobile, se convirtió en símbolo de una época. Zidane, Figo, Ronaldo y Beckham la vistieron como estrellas de rock. Líneas más estilizadas, telas ligeras y un escudo más prominente acompañaron una época de glamour y presión.
Tecnología y legado: 2010–2020
Con Adidas al frente, las camisetas de esta década combinan tradición y tecnología. Desde el modelo de 2014 con ribetes dorados (Décima) hasta el diseño con detalles morados de 2022, cada camiseta recuerda un hito reciente. Aparece Fly Emirates como patrocinador estable.
De lo clásico a lo futurista: 2021–hoy
Últimos diseños como el de 2022/23, que rinde homenaje al Bernabéu con detalles arquitectónicos, o el de 2024/25 con acabados dorados y un aire minimalista, demuestran que la camiseta blanca sigue evolucionando sin traicionar su esencia.
Epílogo: Una segunda piel
Cada camiseta ha sido más que una prenda: un lienzo de emociones, de historia, de orgullo. Las camisetas del Real Madrid no solo se visten: se sienten, se sufren y se celebran. Y aunque cambien los detalles, el alma siempre será blanca.


Real Madrid 3–1 Pachuca: La reacción heroica en el Mundial de Clubes
Diez contra once, coraje, cantera y el poder del escudo
Bajo el calor sofocante de Charlotte, el Real Madrid firmó una victoria vibrante (3–1) ante Pachuca en su segundo partido del Mundial de Clubes. Una demostración de carácter que reafirma al equipo de Xabi Alonso como candidato serio al título, aunque aún bajo prueba.
🟥 Adversidad desde el inicio
El encuentro se torció apenas en el minuto 7, cuando Raúl Asencio recibió una roja directa, dejando al club con diez jugadores por 83 minutos Una situación que ha parado a muchos… pero no al Madrid.
🔁 Reacción, táctica y dominación
– A pesar de la desventaja, el Madrid recuperó el control y mejoró notablemente tras la expulsión elpais.com.
– El canterano Gonzalo García fue un activo decisivo: su presión alta e inteligencia en la construcción activó los goles.
⚽ Goles que sellaron la victoria
Jude Bellingham (m. 35): definió cruzado tras preasistencia de Gonzalo.
Arda Güler (m. 43): culminó un gran jugada tras pase asistido por Gonzalo.
Fede Valverde (m. 70): sentenció con un disparo cruzado tras conexión de Brahim Díaz.
El 3‑1 final llegó de Pachuca, obra de Elías Montiel, pero apenas atenuó la superioridad blanca.
🧱 Defensor y portero, muro
La solidez defensiva fue notable, con actuaciones clave de Courtois—numerosas intervenciones decisivas y asistiendo en igualada dialéctica con los delanteros rivales.
⚠️ Incidente racista y respuesta firme
Durante el partido, se activó el protocolo antirracismo tras insultos a Antonio Rüdiger. El entrenador salió en su defensa y añadió que el Madrid apoya tolerancia cero.
🔝 Hacia el liderato del grupo
Con este triunfo, el Madrid acumula 4 puntos en el Grupo H, y depende de sí mismo para avanzar como primer clasificado, con el partido decisivo ante Salzburgo en Philadelphia.
Epílogo: Diez, pero invencibles
Jugar casi todo el partido con un hombre menos no frenó al Madrid.
En cambio, activó lo mejor del carácter blanco:
– Coraje de cantera (Gonzalo),
– Firmeza táctica (Alonso),
– Jerarquía y portería segura (Courtois),
– Y golazo tras golazo, sin detener la pulseada.
El Madrid respondió con la fuerza del escudo.
Hoy, 3‑1 ante Pachuca.
Mañana… a soñar con el trofeo más grande.


La Novena en 2002: El gol de Zidane que se hizo eterno
Cuando el cielo se pintó de blanco y la volea se convirtió en historia
15 de mayo de 2002. Hampden Park. Glasgow.
Un escenario ya ligado para siempre a la épica madridista. Cuarenta y dos años después de la final perfecta de 1960, el Real Madrid volvía a Escocia en busca de una nueva página dorada. Y aquella noche, frente al Bayer Leverkusen, Zinedine Zidane firmó una obra de arte que no conoce el olvido.
Era el nacimiento de la Novena.
Era el momento en que el tiempo se detuvo para ver cómo un francés dibujaba en el aire el gol más hermoso de todos los tiempos.
✦ Un equipo de estrellas y carácter
El Real Madrid de Vicente del Bosque era una mezcla perfecta de experiencia y talento:
En la portería, Iker Casillas, un joven con reflejos de leyenda.
En defensa, hombres de jerarquía: Hierro, Roberto Carlos, Helguera.
En la medular: el motor de Makelele, la magia de Figo, la pausa de Solari.
Y arriba: Raúl, eterno capitán, y Zidane, el arquitecto del destino.
En el banquillo, Morientes y un papel inesperado que cambiaría el partido.
✦ Un inicio de tensión
El partido empezó con intensidad. Al minuto 8, Raúl González Blanco aprovechó un saque de banda rápido y sorprendió al portero alemán para poner el 1-0. Pero el Leverkusen no se amedrentó: en el 13’, Lucio empató con un cabezazo poderoso tras un córner.
El empate calentó la final. Pero todos intuían que algo especial estaba por venir…
✦ Minuto 45: la volea que detuvo el mundo
Corría el último suspiro del primer tiempo. Roberto Carlos voló por la banda izquierda y, con un centro algo defectuoso, envió el balón al aire.
Y allí estaba él.
Zinedine Zidane, de perfil, observó la pelota descender lentamente.
Con la zurda, y sin dejarla caer, la impactó con una pureza tan perfecta que el cuero se coló por la escuadra, sin dar opción a nadie.
Gol.
Gol eterno.
Una volea que no fue solo un tanto. Fue arte. Fue legado. Fue Real Madrid.
✦ El héroe inesperado
En la segunda parte, el Leverkusen apretó. Pero entonces apareció un joven portero que había empezado el partido en el banquillo: Iker Casillas.
Entró por un lesionado César Sánchez y se transformó en un muro humano.
Tres paradas salvadoras, reflejos felinos, valentía sin edad.
La Novena también lleva su nombre.
✦ Epílogo: El gol más bello del siglo
La Novena no fue solo una Copa de Europa más. Fue la confirmación del Madrid galáctico, la consagración de Zidane y el punto culminante de una generación.
Pero por encima de todo, fue una celebración del fútbol en su estado más puro.
Cuando se hable del Real Madrid, del arte, de la historia, de lo que significa soñar…
Siempre se recordará ese instante en Glasgow.
Cuando un hombre de clase infinita levantó la pierna izquierda y convirtió el cuero en leyenda eterna.




Real Madrid 1–1 Al‑Hilal: Debut agridulce en el Mundial de Clubes
Un duelo bajo el calor, con debutantes y lecciones que laten en el alma
Bajo el implacable sol de Miami, en el Hard Rock Stadium y al frente de su primer torneo como técnico, Xabi Alonso vivió una jornada de contrastes. El Real Madrid comenzó su andadura en el Mundial de Clubes con un empate 1–1 frente al Al‑Hilal de Arabia Saudí, un resultado que dejó sensaciones encontradas: orgullo por la entrega, pero también una alarma sobre ritmo y coordinación.
⚽ Primer tiempo intenso y golazo canterano
En el minuto 34, el joven canterano Gonzalo García, aprovechando una rápida transición, lideró un contragolpe y remató con calma para adelantar al Madrid. Fue su primer gol con el primer equipo, un momento que despertó esperanza y emoción
🛡️ El empate y las dudas tácticas
Solo siete minutos después, Rúben Neves transformó un penalti a favor de Al‑Hilal, tras falta de Raúl Asencio, dejando el partido igualado . El equipo saudí impuso su presión y orden, especialmente en la segunda mitad, y el calor asfixiante afectó claramente el ritmo local .
⏱️ La tensión final y el penal fallado
En tiempo añadido, el Madrid tuvo la oportunidad del triunfo: Fede Valverde ejecutó un penalti que no logró superar a Bounou, el arquero saudí, manteniendo el empate . A pesar del dominio en la segunda mitad, faltó eficacia y frescura de ideas.
🔁 Debutantes, sombras y luces
Trent Alexander-Arnold, que vestía el blanco por primera vez, inició con promesas: activó el ataque y registró robos de balón, aunque también cometió errores defensivos
La ausencia de Toni Kroos se notó en la zona creativa, donde solo Güler y Valverde intentaron aportar fluidez
💬 Xabi Alonso y el espejo del futuro
El técnico alabó la entrega y reconoció que este es solo el primer paso: falta ritmo, cohesión y adaptación a nuevas piezas de plantilla. La prensa calificó el encuentro como un “debut tibio” que también parte del crecimiento en una pretemporada corta .
✨ Epílogo: Una prueba, no un veredicto
Un 1–1 bajo el calor de Miami.
Una actuación que combina resultados, lecciones y emociones.
Gonzalo brilla. Trent asoma. Xabi crece con su equipo.
Pero queda por afinar algo: la chispa que convierte intenciones en identidad.
El Madrid aprende, se adapta y camina.
Hoy un empate. Mañana… demostrará que no se rinde en ningún torneo.


Los años 50 y 60: El Madrid celestial
Cuando el cielo se vistió de blanco
Hubo un tiempo en que el fútbol dejó de ser terrenal para elevarse al firmamento. Fue entre las décadas de 1950 y 1960, cuando el Real Madrid, como si guiara a los dioses en botas de cuero, reinventó la historia y la convirtió en leyenda.
Fueron años en que el balón no rodaba: flotaba. El césped del recién inaugurado estadio de Chamartín se convirtió en altar. Las noches europeas, en rituales sagrados. Y la camiseta blanca, en manto celestial.
El inicio de una era
Todo comenzó en 1953, cuando Don Santiago Bernabéu, presidente con alma de visionario, logró un fichaje que cambiaría el curso del club y del fútbol mundial: Alfredo Di Stéfano, la “Saeta Rubia”. Argentino de sangre y universal por destino, Di Stéfano no fue un delantero, fue un ejército completo. Defendía, organizaba, atacaba, y, sobre todo, lideraba.
A su alrededor, el club reunió a una constelación de genios:
– Francisco Gento, gallego de piernas huracanadas, dueño del vértigo.
– Ferenc Puskás, artillero húngaro de zurda prodigiosa y espíritu combativo.
– Raymond Kopa, refinado francés con mirada de artista.
– José María Zárraga, el equilibrio.
– Y Miguel Muñoz, primero general en el campo y luego en el banquillo.
Las cinco Copas de Europa
Entre 1956 y 1960, el Real Madrid ganó las cinco primeras Copas de Europa, un hito jamás igualado. Cada final fue un capítulo sagrado:
– 1956, en París: victoria ante el Stade de Reims.
– 1957, en el Bernabéu: la gloria en casa frente a la Fiorentina.
– 1958, en Bruselas: nuevo triunfo sobre el Reims.
– 1959, en Stuttgart: dominio ante el Stade de Reims por tercera vez.
– Y la cúspide, 1960, en Glasgow: 7-3 ante el Eintracht Frankfurt, con exhibición antológica de Di Stéfano y Puskás. Fue la noche en que el fútbol se rindió.
Más que títulos: Estilo y estampa
El Madrid de los años 50 no sólo ganaba. Hipnotizaba. Su estilo era ofensivo, rápido, elegante y eficaz. Era fútbol de gala, como una ópera jugada con tacos y pasión. Las gradas del Bernabéu eran púlpitos desde donde se admiraba la perfección.
Di Stéfano lo resumía con claridad:
“Ningún jugador es tan bueno como todos juntos.”
Y juntos, formaban un equipo que parecía invencible. El mundo los admiraba. Europa los temía.
La herencia de los 60
Tras conquistar el cielo en 1960, el Real Madrid no descansó. Siguió acumulando Ligas, Copas y, en 1966, una nueva Copa de Europa con un grupo renovado: los “Yé-Yé”.
Ya sin Di Stéfano, pero con nuevos ídolos como Amancio, Pirí, Zoco y Velázquez, el Madrid probó que su grandeza no era pasajera, sino una tradición perpetua.
Epílogo: El equipo que enseñó a soñar
Los años 50 y 60 no fueron una simple etapa gloriosa. Fueron el origen del mito.
El Real Madrid pasó de ser un club temido… a ser venerado.
De jugar en campos de tierra a reinar en los cielos de Europa.
De pelear por copas a crear una dinastía eterna.
Desde entonces, todo madridista, al mirar al escudo, siente en su pecho la voz de aquellos héroes que nunca se fueron.
Porque Di Stéfano, Puskás, Gento y compañía no murieron.
Se fundieron con la historia.
Y cuando el balón rueda en una gran noche europea, no son sólo once en el campo:
son legiones de fantasmas gloriosos…
vestidos de blanco.


El origen: De Padrós a Machimbarrena
Caballeros del balón en los albores del siglo XX
Fue en una España que aún caminaba entre carruajes y faroles de gas, en una Madrid de sombreros, bastones y periódicos doblados bajo el brazo, cuando nació una pasión sin igual: el Madrid Foot-Ball Club. En aquella era sin focos ni multitudes globales, cuando el fútbol era apenas un susurro entre aficionados románticos, surgieron los primeros caballeros del escudo blanco.
Los pioneros del honor
Arthur Johnson, inglés de acento recio y elegancia natural, fue más que un jugador: fue un maestro. Llegó a Madrid con la idea clara de enseñar ese “football” británico que se expandía por Europa. No sólo jugó como delantero, sino que también fue el primer entrenador del club, enseñando tácticas, colocación y, sobre todo, amor por el juego limpio.
Fue él quien impulsó el uso del blanco inmaculado en la indumentaria, símbolo de pureza y respeto, color que hoy es sinónimo de grandeza universal.
Sotero Aranguren y la pasión sin límites
Poco después, emergió la figura de Sotero Aranguren, uruguayo de nacimiento, madrileño por entrega. Mediocampista aguerrido, fue uno de los primeros en mostrar lo que hoy se llama "espíritu madridista": lucha sin descanso, entrega sin condiciones, y fidelidad absoluta al escudo.
Sotero no jugaba por dinero. Jugaba por amor, por compromiso, por identidad. Su fútbol era pasión pura en una época donde no existía la fama, sólo la honra.
Machimbarrena: El caballero que fue leyenda
Pero si hay un nombre que resume lo que fue aquel Madrid originario, ese es el de Manuel Machimbarrena.
Hombre de exquisita educación, abogado de profesión, vestía la camiseta blanca con la dignidad de un caballero castellano. Defensa central de alma y temple, era respetado no solo por su juego, sino por su comportamiento impecable dentro y fuera del terreno.
Murió joven, en 1923, víctima de la tuberculosis. Su figura dejó una huella tan profunda que el club, en gesto de respeto eterno, colocó una lápida en su honor junto a la de Aranguren en el estadio de Chamartín. Allí reposaban los sueños y la memoria de dos gigantes que dieron su vida —literalmente— por el club.
Epílogo: Más que futbolistas
No hubo cámaras ni titulares. No hubo contratos millonarios ni redes sociales. Sólo hubo hombres de carne, hueso y coraje.
Hombres que convirtieron el barro en historia y el balón de cuero en gloria.
Ellos fueron los primeros en sudar la camiseta blanca. Los que pusieron la piedra fundacional de un templo llamado Real Madrid.
Y aunque sus nombres hoy duerman en sepia y silencio, cada vez que el balón rueda en el Bernabéu, sus espíritus despiertan.
Porque el Madrid moderno camina sobre los pasos de Johnson, Aranguren y Machimbarrena.
Y en cada victoria, también se honra su memoria.


Santiago Bernabéu
De sus orígenes a una presidencia para la eternidad
En la historia del Real Madrid hay muchos nombres ilustres, pero sólo uno puede ser llamado con justicia el padre de la grandeza blanca: Don Santiago Bernabéu de Yeste. Futbolista, directivo, constructor de sueños y presidente incomparable, fue mucho más que un dirigente. Fue el espíritu de un club que, gracias a él, dejó de ser grande para convertirse en eterno.
Los orígenes: Un joven del balón
Nacido en Almansa (Albacete), en 1895, Santiago Bernabéu llegó a Madrid siendo un niño. A los 14 años ya vestía de blanco. En 1912 debutó como delantero en el primer equipo del Madrid Foot-Ball Club, donde destacaría durante 16 temporadas. No fue el más brillante ni el más famoso, pero sí el más comprometido con la causa. Incluso fue portero en ocasiones, lo que demuestra su entrega absoluta.
Cuando colgó las botas, su alma seguía unida al club. Fue delegado, entrenador, vocal, secretario... Nunca se fue.
La guerra y el regreso
Durante la Guerra Civil Española (1936–1939), el club quedó casi inactivo. Las oficinas fueron destruidas, el estadio de Chamartín deteriorado y muchos jugadores exiliados. Fue entonces cuando Bernabéu, con temple de hierro y corazón de león, retornó para reconstruirlo todo desde las cenizas.
En 1943, tras una profunda crisis institucional, fue nombrado presidente del Real Madrid. Lo que comenzó como una misión de salvación se convirtió en una de las epopeyas más gloriosas que el fútbol haya conocido.
Una presidencia para los siglos
La presidencia de Bernabéu duró 35 años, desde 1943 hasta su muerte en 1978. En ese tiempo:
Mandó construir el estadio Santiago Bernabéu (inaugurado en 1947), el más moderno de Europa en su tiempo.
Fundó la Ciudad Deportiva, pionera en el entrenamiento profesional de jugadores.
Profesionalizó la estructura del club a niveles nunca antes vistos.
Y sobre todo, fichó a Alfredo Di Stéfano, el astro que cambiaría la historia del fútbol.
Con Di Stéfano y su generación —Puskás, Gento, Rial, Kopa— el Real Madrid dominó Europa. Entre 1956 y 1960 conquistó las cinco primeras Copas de Europa, coronándose como el mejor club del siglo XX.
Además, bajo su mandato se ganaron:
16 Ligas,
6 Copas de Europa,
6 Copas del Rey,
y decenas de títulos más.
Pero su legado no se cuenta sólo en copas. Se ve en la forma de vestir, en el orgullo de pertenecer, en la exigencia de la victoria y en la elegancia ante la derrota. Bernabéu construyó una identidad.
El final del patriarca
Santiago Bernabéu falleció el 2 de junio de 1978, mientras aún era presidente del club. Se fue en su puesto, como los grandes capitanes que no abandonan el timón.
Su muerte fue llorada en toda España. La FIFA decretó tres días de luto. Ese mismo verano, durante el Mundial de Argentina, se guardó un minuto de silencio en su honor. El mundo entero se inclinó ante su figura.
Hoy, el estadio lleva su nombre, pero más allá de la piedra y el cemento, Bernabéu vive en cada remontada imposible, en cada Copa levantada, en cada niño que sueña con vestir de blanco.
Epílogo: Un nombre, un legado
Santiago Bernabéu no fue sólo el presidente más importante del Real Madrid. Fue su constructor, su guía, su conciencia.
Elevó un club local a una institución mundial.
Y nos dejó una enseñanza imborrable:
“En el Real Madrid no se juega para ganar. Se juega para hacer historia.”
Por eso, cada vez que ruge el Bernabéu, en sus cimientos todavía resuena la voz de aquel hombre de bigote serio y alma gigante.
Porque su obra no terminó en 1978.
Su obra sigue viva.
Los orígenes (1902–1920) del Real Madrid
Crónica de una pasión naciente en la Villa y Corte
Corría el año de gracia de 1902 cuando, en los cafés y tertulias de la capital del Reino, comenzaban a escucharse con fervor nombres extranjeros como football, corner y goal. España, tierra de tradiciones y mantillas, abría tímidamente los brazos a un deporte nuevo, traído por británicos y adoptado por jóvenes inquietos de espíritu moderno.
En aquel Madrid de tranvías y caballeros de levita, un grupo de aficionados, mayoritariamente estudiantes y académicos vinculados al desaparecido Sky Football Club, decidió fundar un nuevo equipo: el Madrid Foot-Ball Club, acto que quedó rubricado oficialmente el 6 de marzo de 1902. El primer presidente fue Juan Padrós, catalán de nacimiento, madrileño de corazón y apasionado impulsor del balompié en la capital.
Aquel Madrid primigenio, vestido de impoluto blanco, disputó su primer torneo oficial apenas unas semanas después: la Copa de la Coronación, organizada en honor al ascenso al trono de Alfonso XIII. Aunque no logró alzarse con el trofeo, dejó constancia de su temple y caballerosidad.
Durante los años siguientes, el club creció en organización y popularidad. En 1905, tan sólo tres años después de su nacimiento, el Madrid ya levantaba su primer gran trofeo: la Copa de Su Majestad el Rey, imponiéndose con nobleza y pundonor. Repetiría la hazaña tres años más: 1906, 1907 y 1908, conquistando así el respeto de sus adversarios y la devoción de sus simpatizantes.
Eran tiempos heroicos. Los encuentros se celebraban en campos de tierra, rodeados de árboles, donde los caballeros llegaban en coche de caballos y los niños soñaban con formar parte de aquel equipo que hacía vibrar a la ciudad. No había aún ligas profesionales, ni gradas multitudinarias, pero había un fuego interior, una llama de gloria que comenzaba a encenderse.
En 1912, bajo la presidencia de Adolfo Meléndez, el club logró un hito fundamental: la inauguración de su primer estadio propio, el Campo de O'Donnell, lo que le otorgaba estabilidad y prestigio. Fue también en esta etapa cuando se afianzaron los colores, los emblemas y el estilo señorial que ya empezaba a definir a la institución.
Pero fue en 1920 cuando el destino del club tomó un giro majestuoso. Ese año, Su Majestad el Rey Alfonso XIII concedió el título de “Real” al Madrid Football Club, reconociendo así su ejemplar trayectoria y su contribución al deporte patrio. Desde entonces, el club pasó a llamarse oficialmente Real Madrid Football Club, portando la corona en su escudo como símbolo de lealtad, nobleza y distinción.
Así se forjaron, entre el polvo del terreno y el aplauso de los fieles, los primeros pasos de un club que, sin saberlo entonces, estaba llamado a ser leyenda.


Temporada (2023–2024) del Real Madrid
Crónica de un renacer con alma de eternidad
En los albores del tercer milenio, cuando la velocidad del mundo parecía sepultar el arte del fútbol bajo cifras, estadísticas y mercados, el Real Madrid —ese club nacido en la elegancia de principios del siglo XX— volvió a recordar a todos que la grandeza no se negocia, se hereda y se cultiva.
Corría el año de Nuestro Señor de 2023, y el Viejo Continente —batido por guerras económicas, redes sociales y pantallas omnipresentes— volvía a mirar hacia Chamartín con asombro. Allí, donde una vez jugaron Di Stéfano, Gento y Puskás, ahora emergía una nueva generación de caballeros del balón: jóvenes de rostro sereno y talento encendido, decididos a escribir su propio capítulo dorado.
Con Carlo Ancelotti como timonel sabio y sereno, ese señor de ceja levantada y alma de estratega romano, el Real Madrid de 2023–2024 abrazó su destino con humildad y orgullo. Bajo su tutela, el equipo tejió una sinfonía de fútbol total: ordenado atrás, elegante en la medular, mortal al frente.
Brillaban con fuerza nombres que ya son eco en el viento:
— Jude Bellingham, un inglés de porte altivo y alma valiente, que llegaba al Bernabéu para convertirse en caudillo y poeta del gol.
— Vinícius Jr., el relámpago carioca, cuya zurda danzaba como las olas del Atlántico.
— Rodrygo, silencioso y letal, sombra ligera que aparecía donde menos se esperaba.
— Y Toni Kroos, el reloj de precisión germana, que ofrecía su último vals vestido de blanco con la elegancia de un noble que se despide en lo alto.
La temporada avanzó como un romance épico. La afición, enardecida, colmaba el nuevo Santiago Bernabéu, convertido en catedral moderna del fútbol, donde la piedra se mezclaba con el acero y la historia con el futuro. Desde sus gradas brotaban cánticos antiguos, invocaciones a Juanito, Raúl, Cristiano... y los nuevos ídolos.
Llegó mayo, y con él, el clímax. El Real Madrid alzó su 36ª Liga, como quien recoge una tradición familiar que jamás se rompió. Y por si fuera poco, el 1 de junio, en la majestuosa Wembley, conquistó su 15ª Copa de Europa, derrotando al Borussia Dortmund en una noche envuelta en magia, sudor y gloria. Un gol de Carvajal —sí, el de casa, el del alma— abrió el cielo. Luego, Vinícius puso la firma final.
El Madrid no sólo ganó. El Madrid convenció, emocionó y enamoró. Fue el regreso de los valores eternos: lucha, honor, compañerismo y fe inquebrantable. Fue un susurro en la memoria de los antiguos socios de la calle O'Donnell. Fue la continuación de una historia que se niega a morir porque ya pertenece a la eternidad.
Y así, entre el rugido de los tiempos modernos y el eco de las glorias pasadas, el Real Madrid de 2023–2024 volvió a demostrar que el fútbol, cuando se juega con el alma, se convierte en leyenda.




La pasión por el Real Madrid
Un sentimiento que no se explica, se vive
Hay pasiones que arden sin hacer ruido. Hay amores que no necesitan palabras, sólo gestos, miradas y suspiros compartidos. Y luego está el Real Madrid, que no es un club, ni una institución, ni siquiera una bandera. Es algo más hondo, más visceral. Es un latido que se hereda, un fuego que no se apaga.
Desde el humilde campo de tierra de O'Donnell hasta el coloso de acero y luz que hoy es el nuevo Santiago Bernabéu, han pasado generaciones enteras que encontraron en el blanco impoluto del Madrid algo más que un color: encontraron un hogar.
Porque ser del Real Madrid no se elige: se nace, se siente, se lleva en la piel y en el alma. Está en la voz del abuelo que narraba hazañas de Di Stéfano, en los ojos del padre que vibraba con Butragueño, y en los pasos del niño que imita a Bellingham en la plaza del barrio.
¿Cómo explicar lo que se siente cuando el balón cruza la red en el minuto 93? ¿Cómo describir la emoción cuando once hombres visten la historia con dignidad y coraje, sabiendo que detrás de ellos hay millones de corazones latiendo al unísono? No se puede. Porque la pasión madridista no se razona. Se vive. Se sufre. Se celebra.
Los que no la comprenden dirán que es sólo fútbol. Que son once contra once. Que se gana o se pierde.
Pero los que hemos llorado frente a la radio, gritado en el último segundo, soñado con cada final de Champions… sabemos que el Real Madrid no juega: conmueve.
Cada camiseta blanca representa algo sagrado. Cada remontada imposible es un recordatorio de que en el Madrid, rendirse nunca fue opción.
Aquí se lucha hasta el final. Aquí los imposibles se convierten en costumbre. Aquí el alma se deja en el campo y el orgullo se escribe en letras doradas.
Y por eso, cuando un madridista se levanta del asiento con el alma en vilo, no necesita palabras. Cuando se mira a otro madridista, ni siquiera hace falta hablar. Basta con el brillo en los ojos y el corazón acelerado.
Porque esto no se explica. Se siente.
Se siente cuando suena el himno.
Se siente al besar el escudo.
Se siente al ver el blanco ondear en Europa.
Se siente cuando, aún en la derrota, se camina con la cabeza alta y el alma entera.
Así es la pasión por el Real Madrid. Una llama que no se apaga. Una historia que no termina.
Un sentimiento eterno. Un idioma universal. Una forma de vida.